lunes, 13 de septiembre de 2021

Obviedades

    Resulta que el final del verano se nos ha venido encima con un incendio forestal tremendo, de sexta generación, dicen, una especie de monstruo que todo lo puede y todo lo arrasa, una fiera imparable contra la que resulta imposible luchar con los medios conocidos. Y henos aquí nosotros temiendo abrir los periódicos de la provincia de Málaga para no dejarnos llevar por la desesperanza y la piedad hacia todos esos seres que vivían en las zonas quemadas y nunca volverán a ver la luz o a sentir el soplo del viento en sus ramas y en sus hojas. Ahora que los castaños del Valle del Genal empezaban a coger ese color amarilloverdoso que los vuelve únicos, ahora, no quiero ni pensar que ese incendio les haya alcanzado o haya tocado paraje natural alguno. No quiero. Hoy, cuando ha transcurrido ya media mañana y llevo en pie desde bien temprano, aún no he mirado el periódico, me da miedo.

    Siempre ha sido un tópico, una vez que uno llega a los sesenta años, desear tener veinte o treinta años menos. Les juro que no quiero tenerlos. Cuando veo a los niños de ahora pienso en el estado en el que estará el planeta cuando tengan mi edad y es para echarse a llorar. O cambiamos ya, y radicalmente, nuestros hábitos de consumo, la única manera efectiva de detener el cambio climático, o condenamos definitivamente a la especie humana a la desaparición por la destrucción de la naturaleza, la casa de todos nosotros. 

    Y esto no es ninguna broma.


Foto: Shutterstock.

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