Se
trata de una novela de acción, suspense, terror y conmiseración, todo junto y
revuelto. El resultado, al que habría que añadir el carácter hogareño y
epistolar de las últimas páginas, es brillante. El lector no puede soltar el
libro un momento —lo hace con desagrado y por obligación— porque quiere saber
cómo se resuelve la historia a pesar de poder intuir el final por alguna
prolepsis muy medida.
Se trata del encuentro de un
barco mixto velero-vapor, tipología muy abundante en la segunda mitad del siglo
XIX, con un tifón en una zona del este de Asia. El barco, tripulado por
británicos, lleva bandera siamesa y una carga humana, un centenar de culíes que
van de vuelta a casa con sus ahorros tras haber estado trabajando duramente en
otro lugar. Son personas con los que los tripulantes no conviven y con los que
no pueden comunicarse por hablar distintas lenguas, característica del viaje
que empeora la situación producida por la llegada de una borrasca que pone el
barómetro en una señal de presión tan baja como nunca había visto el capitán,
navegante experto. El punto de vista narrativo oscila entre los distintos
personajes principales, todos occidentales, de los que vamos sabiendo poco a
poco datos de sus biografías. Se puede echar de menos —un novelista actual lo
incluiría— el punto de vista de los culíes: así tendríamos el panorama completo
de los hechos y las emociones. De todas formas, la inclusión de ese punto de
vista no es esperable en novelas de aquella época —Tifón es de 1902—, cuando los autores solían tener una visión perfectamente
colonial de todo lo que no fuera Europa o la costa este de Estados Unidos; el
punto de vista del indígena no contaba. Era otra época.
Joseph Conrad (1857-1924),
novelista recomendable para cualquiera, nos deja en esta obra una vez más muestras
de su pericia a la hora de contar —el lector siente como se hunde la proa en el
abismo después del paso de cada gran ola—, de su profunda capacidad de
observación y de su preocupación por los otros, los desheredados de tierras
ubérrimas monopolizadas por europeos y explotadas sin ningún tipo de escrúpulos,
preocupación más presente en su conocida novela El corazón de las tinieblas (1899).
En la obra de Conrad su
biografía tiene mucho peso. Vivió una juventud arrojada y aventurera y solo se
sentó a escribir cuando notó que la salud y las fuerzas no le acompañaban como
antes. Fue un hombre de acción y un gran novelista, a quien uno no se cansa de
leer.
Joseph Conrad, Tifón, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2013. [Typhoon; el nombre del traductor no
aparece por ningún sitio, algo lamentable y posiblemente injusto].
Imagen: Vista satelital de un tifón el este de
Filipinas. Foto AFP (bankokpost.com).
Víctor Espuny.