miércoles, 12 de febrero de 2020

Técnicas de iluminación, de Eloy Tizón


 Foto: aavi.net/blog
            Se trata de un libro de relatos, diez en total. En ellos destaca de forma clara la primera persona narrativa. La acción de los relatos transcurre en general en Madrid y en la época actual. En muchos, notablemente en el primero, Fotosíntesis, predominan de manera desmedida las frases breves, cortantes, por lo que el lector recibe de entrada una impresión fuerte, quizá enojosa para alguno pero habilitadora para lo que vendrá después. En general todo el libro parece iluminado por una intención antiproustiana en el sentido sintáctico, como si el estilo del genial escritor francés, de sintaxis tan florida, arborescente incluso, fuese rechazado de manera consciente. Me han gustado los relatos titulados Merecía ser domingo, inspirado en modelos narrativos norteamericanos sobre amenazas invisibles y la psicosis que despiertan, La calidad del aire, sobre ese sueño que todos hemos acariciado alguna vez de romper absolutamente con todo e iniciar una vida nueva, Alrededor de la boda, el único cuento humorista, sencillo, donador de paz, y, sobre todos, El cielo en casa, escrito en una primera persona convertida pronto en segunda, en ese tú o usted tan inusual pero tan efectivo. El cielo en casa cuenta el viaje a los infiernos de una persona joven y con una autoestima muy baja que tiene la suerte, buena o mala, no voy a ser yo quien juzgue, de encontrar en su camino a otra muy dominante. El relato narra las fases por las que pasa la relación. Es un ejemplo de lo que podríamos llamar «literatura enferma», protagonizada por personas muy débiles o desequilibradas, que tantas tardes de gloria ha dado a la novela. Los perfiles psicológicos sanos no interesan, no son tan productivos, tan sugerentes, puestos a su literaturización. La vida, a menudo, es cruel.









Eloy Tizón, Técnicas de iluminación, Madrid, Páginas de Espuma, 2013.

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