Charlie Parker
Publicado por primera vez en 1959,
este libro del genio argentino contiene cinco relatos largos, uno de ellos, El perseguidor, más extenso, una novela
corta o nouvelle. Paso a escribir un
corto comentario de cada uno de ellos en el orden del libro.
Cartas
de mamá plantea el problema del sentimiento de culpabilidad, tan
incapacitante cuando te coge de lleno. Es el más argentino de los cinco.
Contiene una gran dosis de sugestión en su final, abierto e inquietante. Está
relatado en tercera persona. Acuérdense de los nombres Víctor y Nico.
Los
buenos servicios está narrado en primera persona por su protagonista,
Madame Francinet, una empleada del hogar que vive con estupefacción, inocencia
y humor la manera de ser de los ricos, a menudo estrafalarios y casi siempre
egoístas. La acción transcurre en París. Posee una crítica social dulcificada,
si ello es posible, por la ingenuidad de la narradora. Cortázar está claramente
del lado de Francinet.
Las
babas del diablo cuenta la manera en la que Roberto Michel, «franco-chileno,
traductor y fotógrafo», intenta mediar en la vida de la ciudad cuando ve que
puede hacerlo y ayudar con ello a una persona débil y necesitada. Está relatado
en tercera persona pero en ningún momento se sabe bien dónde está el narrador,
cuál es su punto de vista. Tiene un inicio muy interesante para los
narratólogos porque incluye reflexiones sobre la elección de la persona
gramatical en un caso como este, donde el autor intenta superar los modos de
narración tradicionales.
El
perseguidor, quizá el más célebre de todos, cuanta los últimos meses de
vida de Johnny Carter, un personaje ficticio directamente inspirado en el
saxofonista Charlie Parker. Está narrado por Bruno, crítico musical, biógrafo y
amigo personal de Johnny. Este relato hará las delicias de cualquier melómano.
En él aparecen nombrados, y algunos materializados, muchos de los principales personajes
reales del mundo del Jazz de la época, que tuvo en París el centro de su
análisis y estudio intelectual. El relato contiene interesantes reflexiones
sobre el mundo de los músicos de extracción humilde que poseen un don, un
duende, inalcanzable para personas dotadas de muchos conocimientos técnicos, de
mucha capacidad de análisis o estudio, pero no han nacido para ello. El
perseguidor, Johnny, intenta por todos los medios alcanzar exactamente eso que
quiere expresar y solo lo consigue en muy contadas ocasiones. Los intelectualizados
no lo consiguen nunca, pero sí son capaces de explicar lo que hacen los
fenómenos como Johnny Carter (Charlie Parker). Muchos de las intervenciones de
Johnny en los diálogos, sobre todo cuando anda de copas con Bruno, contienen
grandes hallazgos expresivos y potentes imágenes surrealistas. El perseguidor es también la historia de
una autodestrucción.
Las
armas secretas cuenta las razones que llevan a una mujer joven en los años
de la posguerra en Francia a negarse a tener relaciones con un pretendiente que
en realidad le gusta. El lector, que intuye algo en el desdoblamiento del yo
del pretendiente, irá descubriendo qué le pasó a la mujer para sentir esa
aversión hacia el contacto físico con un hombre. Es previsible, de acuerdo,
pero está contando como solo pudo hacerlo Cortázar. Este es otro cuento muy
inquietante, como el primero.
Julio Cortázar, Las armas secretas, Madrid, Cátedra,
2014 (22ª ed., la 1ª es de 1978).
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