jueves, 6 de febrero de 2020

Las armas secretas, de Julio Cortázar


Charlie Parker

            Publicado por primera vez en 1959, este libro del genio argentino contiene cinco relatos largos, uno de ellos, El perseguidor, más extenso, una novela corta o nouvelle. Paso a escribir un corto comentario de cada uno de ellos en el orden del libro.
            Cartas de mamá plantea el problema del sentimiento de culpabilidad, tan incapacitante cuando te coge de lleno. Es el más argentino de los cinco. Contiene una gran dosis de sugestión en su final, abierto e inquietante. Está relatado en tercera persona. Acuérdense de los nombres Víctor y Nico.
            Los buenos servicios está narrado en primera persona por su protagonista, Madame Francinet, una empleada del hogar que vive con estupefacción, inocencia y humor la manera de ser de los ricos, a menudo estrafalarios y casi siempre egoístas. La acción transcurre en París. Posee una crítica social dulcificada, si ello es posible, por la ingenuidad de la narradora. Cortázar está claramente del lado de Francinet.
            Las babas del diablo cuenta la manera en la que Roberto Michel, «franco-chileno, traductor y fotógrafo», intenta mediar en la vida de la ciudad cuando ve que puede hacerlo y ayudar con ello a una persona débil y necesitada. Está relatado en tercera persona pero en ningún momento se sabe bien dónde está el narrador, cuál es su punto de vista. Tiene un inicio muy interesante para los narratólogos porque incluye reflexiones sobre la elección de la persona gramatical en un caso como este, donde el autor intenta superar los modos de narración tradicionales.
            El perseguidor, quizá el más célebre de todos, cuanta los últimos meses de vida de Johnny Carter, un personaje ficticio directamente inspirado en el saxofonista Charlie Parker. Está narrado por Bruno, crítico musical, biógrafo y amigo personal de Johnny. Este relato hará las delicias de cualquier melómano. En él aparecen nombrados, y algunos materializados, muchos de los principales personajes reales del mundo del Jazz de la época, que tuvo en París el centro de su análisis y estudio intelectual. El relato contiene interesantes reflexiones sobre el mundo de los músicos de extracción humilde que poseen un don, un duende, inalcanzable para personas dotadas de muchos conocimientos técnicos, de mucha capacidad de análisis o estudio, pero no han nacido para ello. El perseguidor, Johnny, intenta por todos los medios alcanzar exactamente eso que quiere expresar y solo lo consigue en muy contadas ocasiones. Los intelectualizados no lo consiguen nunca, pero sí son capaces de explicar lo que hacen los fenómenos como Johnny Carter (Charlie Parker). Muchos de las intervenciones de Johnny en los diálogos, sobre todo cuando anda de copas con Bruno, contienen grandes hallazgos expresivos y potentes imágenes surrealistas. El perseguidor es también la historia de una autodestrucción. 
            Las armas secretas cuenta las razones que llevan a una mujer joven en los años de la posguerra en Francia a negarse a tener relaciones con un pretendiente que en realidad le gusta. El lector, que intuye algo en el desdoblamiento del yo del pretendiente, irá descubriendo qué le pasó a la mujer para sentir esa aversión hacia el contacto físico con un hombre. Es previsible, de acuerdo, pero está contando como solo pudo hacerlo Cortázar. Este es otro cuento muy inquietante, como el primero.

Julio Cortázar, Las armas secretas, Madrid, Cátedra, 2014 (22ª ed., la 1ª es de 1978).

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