Alma llevada al cielo por dos ángeles
(William-Adolphe Bouguereau)
Según se lee en el Diccionario de la
Lengua Española de la Real Academia Española (edición digital de 2024), metempsícosis
—o metempsicosis— es un derivado del latín metempsychōsis, y este del
griego μετεμψύχωσις. Se trata —copio
literalmente— de una «doctrina religiosa y filosófica
de varias escuelas orientales, y renovada por otras de Occidente, según la cual
las almas transmigran después de la muerte a otros cuerpos más o menos
perfectos, conforme a los merecimientos alcanzados en la existencia anterior».
Estamos, pues, ante un sinónimo de transmigración o reencarnación.
El recorrido lexicográfico de la palabra
puede resumirse de la siguiente manera. En el primero de los diccionarios
académicos españoles, conocido como Diccionario de Autoridades (1726-1739),
la ortografía de la palabra es metempsychosis, la forma latina inalterada,
aunque en el cuerpo de la definición se lee «pronunciase la ch como k».
En cuanto a la definición, denota la intromisión de consideraciones morales o
religiosas en el terreno de la ciencia, corriente aun en tiempos ilustrados por
el poderoso influjo de la Iglesia en España. En su definición leemos: «Es voz
griega, usada solamente para referir el error de Pythágoras y su Escuela, que
creían que las almas de los que morían passaban à animar otros cuerpos, yá de
hombres, yá de brutos indistintamente». Se habla de error, dejando bien
sentada la ortodoxia religiosa de la obra. Doscientos años después, en la
edición del Diccionario de la Lengua Española de 1914 (decimocuarta
edición), a la información etimológica contenida en la edición digital de 2024 se
añade el significado de μετεμψύχωσις: hacer pasar un alma a distinto
cuerpo. La definición, copiada literalmente, es «doctrina religiosa y
filosófica de varias escuelas orientales, y renovada por otras de Occidente,
según la cual transmigran las almas después de la muerte a otros cuerpos más o
menos perfectos, conforme a los merecimientos alcanzados en la existencia
anterior». Vemos que en más de cien años la definición, salvo en el orden de la
secuencia «transmigran las almas», ha permanecido completamente inalterada.
En ese corto viaje por diccionarios
históricos, podemos recalar también en la obra del onubense Roque Barcia
titulada Diccionario general etimológico de la Lengua Española (1880-1883).
En la «reseña» de la entrada —una explicación personal del significado de la
palabra en cuestión— Barcia escribe: «Tránsito de un alma á otro cuerpo,
después de la muerte, ó de una existencia anterior. Los filósofos griegos, en
general; y Pitágoras, en particular, sostenían que las almas iban á animar los
cuerpos de diferentes animales, pasando desde los más nobles á los más viles y
feroces, y siguiendo con los mismos vicios que las habían dominado. Los griegos
tomaron estas doctrinas de los sacerdotes egipcios, que admitían la circulación
de las almas en diferentes cuerpos de animales terrestres, acuáticos,
volátiles; de donde, al cabo de tres mil años, volvían a animar cuerpos
humanos. Esta creencia existe aún entre sianeses [sic], japoneses y negros de
la Guinea; y á ella se debe en gran parte que diferentes pueblos se abstengan
de comer carne», no vayan a comerse a un antepasado, añado con un poco de guasa
y dejando bien claro cómo hasta el mismo Barcia, que se supone de ideas
avanzadas para la época, estaba dominado por la falsa, pero extendida, creencia
en la superioridad de los occidentales.
En cualquier caso, diría un racionalista
puro, nos encontramos ante una de las fantasías que la mente del hombre ha
creado para buscar consuelo para la idea de la muerte, horrorosa y difícil de
digerir para la mayoría.
Víctor
Espuny.
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