lunes, 2 de marzo de 2020

Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez


La autora (elcultural.com)

Libro de relatos fascinante, sobrecogedor. El mundo creado por la autora se caracteriza por la oscuridad, la superstición y el abuso del débil por parte del fuerte. Por el miedo. La capital de Argentina aparece en la esta obra de Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) como un lugar inhóspito, de barrios abandonados, depauperados, donde sobrevive un número indeterminado de personas golpeadas por la vida, víctimas de ella, espectrales. A menudo en primera persona, los cuentos están narrados por mujeres generalmente jóvenes que centran su atención en niños desvalidos que una vuelta de tuerca vuelve a veces terribles, desalmados, como si devolviesen a los demás, inocentes, el maltrato del que han sido víctimas. La mayoría de los cuentos transcurren en casas abandonadas que esconden un secreto, tienen un vecino aterrador o están situadas en barrios muy peligrosos. Algunos de los cuentos hablan de la violencia de género, como el inquietante Las cosas que perdimos en el fuego, de final realmente descorazonador. Los personajes adultos principales son todos femeninos. Cuando aparece uno masculino suele ser una persona incapaz de comprender a la pareja y a veces también violenta, casi siempre egoísta. Muchos de las narraciones hablan de autodestrucción y abandono, como el dedicado al fenómeno de los hikikomori. Uno, Tela de araña, incluso añade humor, humor negro pero te arranca una sonrisa. En cualquier caso Enríquez es capaz de crear mundos propios muy envolventes, y hacerlo con sus palabras, los giros de la gente en la calle. Muy recomendable.

Mariana Enríquez, Las cosas que perdimos en el fuego, Barcelona, Anagrama, 2016.

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