El
libro que traigo hoy está compuesto por tres obras de teatro de Jerónimo López
Mozo (Gerona, 1942), conocido autor teatral de espíritu contemporáneo y
profundo compromiso con la realidad social. Las tres obras giran alrededor de
personajes femeninos, dos de ellos rigurosamente históricos y el otro una
representación ideal de muchas mujeres reales, aquellas que sufrieron o han
sufrido la crueldad de los hombres. La selección, el prólogo y la anotación de las obras han corrido a cargo de Virtudes Serrano. Paso a comentarlas
brevemente.
Yo, maldita india..., escrita en 1988,
relata la conquista de México por parte de las tropas de Hernán Cortes desde el
punto de vista de dos de sus protagonistas más conocidos, los dos víctimas de
la audacia y la avaricia del conquistador pacense: Malinche, la joven que
sirvió de intérprete y pareja sexual a Cortés, y Bernal Díaz del Castillo,
esforzado soldado y cronista español que nos dejó un extenso relato de la
conquista con el fin de reivindicar el mérito de la tropa, a menudo olvidada
por los gobernantes a la hora de repartir mercedes. Esta es la obra más extensa
de las tres y, según creo, la más complicada de representar por el número de
actores y la complejidad de sus requerimientos técnicos.
La infanta de Velázquez, redactada en
1999, es la más entrañable de las tres. Su comienzo es realmente atractivo
desde el punto de vista dramático. Con el escenario y la sala
completamente a oscuras y en silencio, un guía del museo del Prado provisto de
una linterna precede por el pasillo y conduce hasta el escenario a un visitante
insigne, el rompedor dramaturgo polaco Tadeusz Kantor, que desea contemplar Las meninas de Velázquez. Una vez visto
el cuadro, que se halla representado en el
escenario, algunas de las figuras, Velázquez, la infanta Margarita y el enano
Nicolasillo Pertusato, cobran vida. La Infanta se aburre en Palacio y quiere
seguir a Kantor, estar con él. A partir de esta escena, la segunda de las
catorce en las que se compone la obra, los tiempos y los lugares (Madrid, Cracovia, París y Viena) se combinan. El espectador asiste a una fenomenal pero coherente mezcla de
épocas que sirven para recordar algunos de los momentos más perversos de la
historia de Europa y el triste final de la infanta Margarita, la niña rubita
del cuadro, que, como tantas reinas jóvenes, murió lejos de su familia y
víctima de la imperiosa necesidad de un heredero varón para una monarquía
lejana. La obra es también un homenaje a Kantor, autor admirado por López Mozo.
Ella se va, creada en 2001, es una
denuncia del maltrato a la mujer, más exactamente de cómo el sistema judicial y
de asistencia social está basado en evidencias físicas que a menudo son
difíciles de obtener porque el maltrato es más sibilino, no es físico, es
sicológico. Las denuncias puestas por esas mujeres no prosperan porque no hay
informes médicos de lesiones ni evidencias palpables de otro tipo. Pero el
maltrato está ahí. El fin de la obra parece ser animar a las mujeres que viven
esas situaciones a dar el paso de salir de esas relaciones tóxicas. Esta obra es la
menos difícil de representar de las tres desde el punto de vista técnico, pero
tampoco es sencilla. También es un necesario homenaje a Casa de muñecas, del gran Ibsen, que en pleno siglo XIX denunciaba
ya esos comportamientos profundamente machistas que aún perviven.
Jerónimo López Mozo, Yo, maldita india… / La
infanta de Velázquez / Ella se va,
Madrid, ed. Cátedra, 2019. Prólogo y notas de Virtudes Serrano.
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