Allen en Stardust Memories
En
1935, y en un hogar de clase media-baja de Brooklyn, ese barrio que entonces
era pintoresco y siempre ha estado colocado al otro lado del puente y del río,
nació un bebé que crecería, como casi todos, y, después de conocer la escuela y
sus limitaciones, haría novillos continuamente para escapar a Manhattan. De la
mano de tíos fantásticos -si ha visto Días
de radio las primeras páginas le van a recordar mucho esa película-, Allen irá
descubriendo Broadway y los infinitos encantos que todo Nueva York tiene para
las personas creativas. Poco después de pasar por el frustrante Bar Miztvá, cuando es solo un
adolescente delgaducho de voz insegura, y por consejo de uno de sus tíos,
empieza a mandar a importantes periódicos las historias cómicas que escribe que,
para su sorpresa, comienzan a ser publicadas. Tiene dieciséis años. Desde
entonces no ha cesado un solo día de idear algo nuevo, como todas las personas
de fuerte temperamento artístico, y su ascenso profesional ha sido imparable.
Cuando le ha faltado el apoyo en su país lo ha recibido en Europa.
Si
a usted le gusta el cine y el Jazz de Nueva Orleans, lea este libro. Es el
relato de una larga y fructífera vida contada por su protagonista, una persona
de memoria prodigiosa, que ha hecho posibles todos sus sueños. Amó Manhattan y
consiguió un ático en la Quinta Avenida desde donde contemplar año tras año
cómo cambian los colores del inmenso parque situado a los pies de su edificio.
Hoy día ya no vive allí, pero eso da igual. Llegó a codearse con artistas que
admiraba y a ser admirado por ellos. Y, curiosamente, su actividad preferida es
escribir. Una persona capaz de realizar películas como La rosa púrpura de El Cairo, Match
Point o Wonder Wheel, apoyada en
la increíble fotografía de Vittorio Storaro, puede escribir los libros que
quiera que yo iré a comprárselos y los leeré con placer, como he hecho con
este. De sus más de cuatrocientas páginas, las cuales pasan ante los ojos del
lector con la rapidez propia de los libros interesantes y divertidos, aproximadamente
la quinta parte de ellas está dedicada al calvario que ha tenido que pasar por
las acusaciones de abuso sexual ideadas por Mia Farrow, que han venido, en
distintas oleadas, a amargar los últimos treinta años de la vida de Allen.
Cuenta cómo, en este mundo en el que vivimos, donde existe una evidente
dictadura de lo político y socialmente correcto, personas fanáticas e
interesadas se han apoyado en un movimiento tan bienintencionado y necesario en
principio como el MeToo para
perseguirlo y convertirlo en un apestado en su país. Siempre había mirado con
desconfianza las acusaciones vertidas por Mia Farrow en los noventa y por Dylan
hace pocos años, las supuse falsas desde el primer momento, y cuando compré el
libro solo iba pensando en conocer cómo había sido el proceso de maduración
creativa de Allen. Me he encontrado las páginas dedicadas a esas desagradables
acusaciones y las he leído con tristeza, aunque me alegro de haberlo hecho
porque he conocido mejor la historia y he comprendido la importancia que los
afectos tienen para la superación de acusaciones tan graves. Soon-Yi es su
apoyo. Allen no ha merecido ser calumniado de esa manera, nadie lo merece. La
prensa sensacionalista, y algunos sectores de la supuesta prensa seria, lo han
crucificado, literalmente, hasta el punto de verse en apuros para encontrar
actores dispuestos a trabajar con él. La última de sus películas, Rifkin’s Festival, rodada en San
Sebastián, es un ejemplo de ello. Creo que se estrena en septiembre.
Al
margen de esas páginas, perfectamente justificadas, el lector, sea o no
cinéfilo, va a pasar unos ratos impagables con el libro. Trata de lo humano. ¿Hay algo más?
Woody Allen, A propósito de nada, Madrid, Alianza Editorial, 2020. Traducción de
Eduardo Hojman. [Apropos of Nothing,
2020].
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