Esta vez nos encontramos ante
otro ejemplo de la labor tan beneficiosa que puede realizar el cine al ponernos
ante la realidad de la vida. Las películas deben servir para algo más que
entretener a la parroquia; de hecho, solo las que van más allá del mero
entretenimiento son las que merece la pena ver. Con la narrativa ocurre lo
mismo.
En
este caso se trata de la vida en las residencias para ancianos, un lugar en el
que es muy posible que usted y yo acabemos algún día y no viene mal, por tanto,
que empecemos a conocer. ¿Cómo es la vida en su interior? ¿En qué consisten allí
las sesiones de fitness? ¿Se baila en
las residencias? ¿Cómo son de frecuentes las visitas de familiares y amigos? ¿Cómo
de acompañados se sienten los residentes? Todas estas preguntas se contestan en
la película de la forma más ingeniosa, humorística y humana, levantando el
edificio descriptivo sobre la ficción de un espía de más de ochenta años que
causa impresión entre las residentes, la gran mayoría mujeres, por su capacidad
para escuchar. La película está interpretada por ancianos en los que cuesta
mucho entrever actores y a día de hoy aún no sé si lo eran realmente. El grupo
formado por el protagonista, autovalente, y dos de las residentes, sus amigas
fijas, es de una ternura y una comicidad que vuelve la película inolvidable.
Obras
como esta, que nos hacen pensar en la vida que trascurre tras los muros de las
residencias donde alguna vez acabaremos, y lo hacen con tanta penetración, son
muy necesarias. Vaya a verla. Reirá y se emocionará como solo puede hacerse con
la lucidez de la experiencia.
El agente
topo,
Chile, 2020. Dirección y guión de Maite Alberdi.
Imagen: Fotograma de la película.
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