domingo, 3 de noviembre de 2024

Los siete pecados capitales, de Eugène Sue

 

Annecy (Foto: Daniel Jolivet)

            Novela de inspiración social del gran Eugène Sue (1804-1857). Sue forma parte del grupo de imprescindibles novelistas franceses nacidos al calor de la Francia posrevolucionaria, en pleno romanticismo. Miembro de la clase privilegiada, estuvo en contacto con las personas más encumbradas del país desde su nacimiento. Mal estudiante, vivió una primera juventud aventurera, de hombre de acción, que le llevó a vivir en España a comienzos de los años veinte, exactamente en Cádiz, donde comenzó a escribir y vio representada alguna de sus obras, producciones juveniles, aún inmaduras. Heredero de un gran capital en 1830, en unos pocos años lo había despilfarrado, razón que le llevó a pensar en la escritura como forma de vida, y a ella se entregó con pasión. Junto con sus editores parece haber sido el responsable del inicio de la novela por entregas que tanta difusión alcanzaría en pleno siglo XIX y en todos los países, técnica de venta y de fidelización de la audiencia que tuvo continuación en los seriales radiofónicos y hoy continúa en las series de las plataformas de pago de la televisión y, en general, en el empobrecedor pantallismo que nos ha invadido y forma parte de nuestra devaluada cultura.

            Los siete pecados capitales fue escrita y publicada en un periodo de cinco años (1847-1852). Contiene siete relatos, seis de ellos completamente independientes y un séptimo que compendia y aglutina, aunque muy por encima, los anteriores. El primer relato, El orgullo, ocupa la mitad del libro y es el más trabajado. Presenta y desarrolla los amores de dos parejas cuyos miembros son muy dispares socialmente, en apariencia, aunque en el transcurso de la narración estas diferencias se irán limando para igualarlos gracias a los giros que da el argumento, algunos quizá forzados pero siempre convenientes para ese fin. Hay que leer la obra con la disposición receptiva del lector de aquella época: solo así podrá disfrutarse con plenitud. Porque en contra de lo que podía esperarse de la literatura folletinesca por un lector poco avisado, el libro de Sue contiene unos valores que fácilmente compartirán los lectores con preocupaciones sociales. En varios de los relatos —todos tienen nombres de pecados capitales— aparecen reflexiones sobre la injusticia que supone la desigualdad económica extrema, tan propia del Antiguo Régimen, cuando aún no existían mecanismos impositivos que ayudasen a compensarla; así se lee en las páginas 199, 214 y 213 de la edición que he leído, indicada al final de este texto. De hecho, las obras de Sue fueron pronto consideradas peligrosas para el orden social y perseguidas tanto por la Iglesia como por el Estado, viéndose obligado Sue en tiempos de Napoleón III a refugiarse en otro país, camino seguido por otros como Victor Hugo, aunque este viajara hacia el este y el norte —Bélgica e Inglaterra— y Sue hacia el sureste, a la bella Saboya, en concreto a Annecy, donde murió y está enterrado. Los lugares comunes románticos, el suicidio por amor, entre ellos, están presentes en esta obra, así como la búsqueda del amor real, criticando en muchos pasajes de los distintos relatos el matrimonio de conveniencia, fuente de la infelicidad de la mujer, usada como artículo venal por muchos progenitores ambiciosos y sin escrúpulos. Uno de los valores de la obra es la vivacidad de los diálogos, para los que Sue demuestra una gran destreza. En La gula, el último de los relatos, Sue pone en boca de un personaje médico, un alter ego suyo —Sue en su juventud ejerció de cirujano en el ejército francés—. unas reflexiones sobre la bondad de todos los pecados capitales si se practican con moderación, pensamientos que debieron resultar muy escandalosos para los miembros de la Iglesia y, en general, los creyentes menos progresistas.


Eugène Sue, Los siete pecados capitales, Barcelona, Gassó Hermanos, 1969. [Les Sept Péchés Capitaux] Traducción de Manuel Araquistain.


Víctor Espuny.

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