Conchita Montenegro y Leslie Howard en una
imagen de Never the twain shall meet (1931)
Relato de los años de
actividad artística de la actriz española, donostiarra, Conchita Montenegro (1911-2007),
principalmente de aquellos pasados en Hollywood en la primera mitad de los años treinta. Con la llegada del cine sonoro, y cuando aún no existía el doblaje, la
industria del cine estadounidense, ya perfectamente configurada, vio necesario
crear películas habladas en idiomas inteligibles en otros países. Los estudios
de las principales productoras, la Metro ya existía y estaban a punto de
fusionarse la Twenty Century y la Fox, se llenaron de actores y directores
españoles, italianos, alemanes, franceses, etc. que filmaban versiones hispanas,
galas, italianas, etc. de las producciones norteamericanas de éxito. La inmensa
mayoría de aquellos actores y aquellas actrices no llegaron a trabajar en las
producciones de habla inglesa, pero hubo algunas excepciones. Conchita
Montenegro fue una de ellas. Después de haber perfeccionado su inglés, trabajó
con algunos de los actores más importantes y llegó a tener un nombre
internacional, aunque casi siempre, por su físico, en papeles de mujer hispana
o exótica. En cierta manera fue un caso comparable al de Salma Hayek. Luego,
los terribles vuelcos políticos ocurridos en Estados Unidos, en España y en
Europa, la obligaron a volver a España, donde cambió de vida completamente. Si
no fuera por esta biografía novelada su interesante vida hubiera sido olvidada.
Javier Moro, que ha recibido desde
su nacimiento envidiables estímulos culturales, ha manejado un material que
le ha permitido escribir una obra muy bien documentada, vivaz, muy realista
y llena de giros que sorprenden al lector desconocedor de aquellas historias.
Conchita Montenegro vivió los primeros años de carrera de figuras como Leslie
Howard, John Huston —entonces un simple chaval atolondrado— o Rita Hayworth y
conoció y trató a estrellas ya consagradas como Clark Gable, Greta Garbo,
Charles Chaplin o Buster Keaton. Además convivió con la interesante «colonia»
española de Hollywood, formada por creadores como Edgard Neville, Enrique Jardiel
Poncela, Luis Buñuel o Gregorio Martínez Sierra. La vuelta de Conchita Montenegro
a España a mediados de los años treinta, su educación y su belleza la van a
colocar en lugares en los que va a desempeñar papeles determinantes en la
historia del país. Uno acaba el libro rendidamente enamorado de Conchita, de Leslie
Howard y de todo aquel mundo en ebullición cultural que destruyó la sucesión de
catástrofes sobrevenidas desde mediados de los años treinta. Va en su memoria.
Javier Moro, Mi pecado, Barcelona, Espasa, 2019.
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