Biamón, Asturias. (F.: lasexta.com)
Conocí
a Sergio del Molino, el autor del libro que comento, hace unos días en el
trascurso del Festival Eñe en su sección malagueña, más humilde en cuanto a la resonancia del nombre de los escritores que asistían a
los coloquios pero más accesible para mí. No llegué a hablar con él en ningún momento, no por ganas
—simplemente no pude por cuestiones ajenas a mi voluntad—, pero quedé encantado
de su preparación y del entusiasmo literario y humano que demostraba. Sergio,
además, es un hombre corpulento, de trato cálido, casi protector. A la salida del
salón donde se celebraban los actos vi en un punto de venta libros de los participantes en los
coloquios y elegí uno suyo, La España
vacía, del que me habían hablado hacía tiempo.
Se
trata de un ensayo de casi trescientas páginas de letra apretada pero de lectura
ligera, entretenida y enjundiosa. Del Molino se centra en el análisis de las
causas del vaciamiento del territorio que circunda las grandes ciudades
españolas, sobre todo Madrid, aunque también Zaragoza, la España vaciada por la
emigración. Pero no se limita a eso. El autor hace historia, y esto quizá sea
el rasgo más destacado del libro, de la visión que el habitante de la urbe ha
tenido de las zonas rurales, tradicionalmente descritas y narradas por
habitantes de ciudades, no por habitantes de pueblos. El caso español, dice el
autor, es excepcional por ese vaciamiento de las zonas rurales que ha llevado a
la muerte de miles de núcleos de población, los pueblos fantasma, vaciados en
beneficio de las estadísticas de población de las ciudades. Los descendientes
de aquellas personas que, normalmente siendo jóvenes, emigraron a las ciudades,
descendientes ya de tercera o cuarta generación, han vuelto la mirada a esas
zonas rurales que abandonaron sus abuelos pero habían pervivido en las
ciudades en las conversaciones de los mayores de sus casas, en el uso de
palabras desusadas, en nostalgias de la tierra. Sergio habla de una generación
de «viejóvenes», nacidos en los setenta y los ochenta, donde él se incluye, que
han volcado su sensibilidad en esos pueblos hoy ruinosos e irrecuperables donde
están sus raíces, un fenómeno cuya existencia él defiende nombrando una serie
de títulos de autores poco conocidos que constituyen, en su opinión, la prueba
de la existencia de un fenómeno de recuperación mental y artística de esa
España ahora vacía. Me he apuntado un par de ellos para leerlos pronto. No sé
hasta qué punto es ya influyente Sergio del Molino a sus cuarenta años pero sé
que lo será mucho en el futuro. Sus opiniones son importantes y parecen
fiables. Con el tiempo puede convertirse en una especie de Leopoldo Alas, Clarín, de
opinión decisiva para el futuro de la obra de muchos autores, quizá ya lo sea.
Todos esos autores menores que se ven citados en su libro debieron sentir un
subidón de autoestima al leer su nombre en él.
Del
Molino, atendiendo siempre a la distancia entre el pueblo y la ciudad, pasa
revista a muchos de los principales autores españoles que han contado con el
paisaje campestre para sus libros y realiza una relectura de sus obras, a veces originales. Tiene páginas iluminadoras acerca de las distintas miradas que se han
vertido sobre Las Hurdes, las dedicadas al documental de Buñuel son muy ilustrativas, sobre
Castilla (Cervantes, Azorín, Machado, Cela), también sobre el fenómeno carlista,
centrado literariamente en las figuras y las obras de Valle-Inclán y Ciro Bayo, y acerca del alcance real de las misiones pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza.
Del Molino no rehuye los temas políticos y realiza un análisis brillante sobre el
origen histórico del actual estado de las autonomías y de la relación directa
de las zonas geográficas donde triunfó el carlismo y aquellas donde hoy día se
reivindica con más fuerza el uso del catalán y el euskera, aludiendo de manera
directa al carácter claramente conservador y retrogrado de los actuales movimientos
nacionalistas. Me imagino que la lectura de esas páginas levantaría ampollas
entre los partidarios más acérrimos de esos nacionalismos si fueron ávidos
lectores pero mucho me temo que el escaso mobiliario de sus mentes viene, de
manera precisa, de esa falta de lecturas.
En
fin, un título muy recomendable para cualquier amante de España, su historia y su
literatura, imprescindible, diría yo, para todos los que viven en grandes
ciudades pero saben que sus raíces no están allí.
Sergio del Molino, La España vacía. Viaje por un país que nunca fue, Madrid, Turner
Publicaciones, 2019 (4ª ed., la 1ª es de 2016).
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