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Este libro contiene tres
relatos escritos por Fiódor Dostoyevski (1821-1881) entre 1873 y 1876, según
creo. El dato no tendría mayor importancia si no nos ayudara a situar su
redacción en el periodo mejor de su escritura, cuando estaba, digamos, más
inspirado, ya mayor y maduro.
El
sueño de un hombre ridículo contiene una de las mejores descripciones
de la mítica Edad de Oro, cuando no existían propiedades, maldad, celos o
deseos de posesión de una persona sobre otra, cuando la ciencia no era
necesaria, aun antes del nacimiento de brujos, hechiceros, chamanes y otros manipuladores.
El amor es libre, los hijos son de todos y criados por la comunidad. Para los
interesados en la ideología del movimiento hippie su lectura será profundamente
iluminadora. Vuelve a aflorar el sentimiento de culpabilidad y la autocompasión
habituales en las narraciones del autor ruso, pues el protagonista-narrador se
considera pervertidor de esa sociedad ideal que ve en sueños.
Bobok, un
relato de crítica social, cuenta los diálogos escuchados en un cementerio por
un asistente a un entierro. Los dialogantes son los difuntos, que en su nuevo
estado, cuando ya no pueden alcanzarles los castigos de los hombres, cuentan
con jactancia los abusos que cometieron en vida, la mayoría de ellos
relacionados con delitos económicos, apropiación de un dinero que no les
pertenecía, a menudo destinado a viudas pobres y huérfanos.
La
sumisa, el más extenso de los tres, comienza con un recurso técnico
extraordinario por su dramatismo: una persona acaba de morir y su cadáver es
velado por alguien muy cercano a ella. Este arbitrio, que aparece precedido por
una interesante reflexión sobre la verosimilitud en literatura, tiene muchas
ventajas, por ejemplo lo fácil que puede resultar convertir la narración en
monólogo teatral —recordemos Cinco horas
con Mario—, y algún inconveniente, como tener a nuestra disposición solo un
punto de vista de la historia, circunstancia, por otra parte, muy habitual en
la vida. La difunta es una jovencita de solo dieciséis años y el
narrador-protagonista, su marido, un señor de cuarenta y uno. El lector no sabe
cómo ha muerto la mujer ni cómo ha podido celebrarse un matrimonio tan
desigual, pero todos los misterios van a ir desvelándose durante la lectura. Lo
mejor del relato es cómo desnuda su alma el hombre, a quien vemos como una
persona odiosa por entender el amor como ir a la compra y considerar a la mujer
como una propiedad más. Lo más impresionante de toda la historia son los
silencios de ella, pobre infeliz, atrapada en la cárcel que suponía, y supone,
ese tipo de matrimonios. El relato es cautivador. Muy
recomendable.
Fiódor Dostoyevsky, El sueño de un hombre ridículo. Bobok. La sumisa, Madrid, Alianza,
2011. Traducción de Natalia Dvórkina.
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