viernes, 7 de agosto de 2020

Noches blancas y otros relatos, de Fiódor Dostoyevski


Mujeres en Petersburgo. Siglo XIX. (englishrussia.com)

Fiódor Dostoyevski (1821-1881) es célebre por sus libros de largo aliento: Crimen y castigo (1866), El idiota (1869) y Los demonios (1872). Esas novelas se distinguen por la profundidad de los análisis sicológicos de los personajes, la crítica social y la capacidad del autor para describir y explicar comportamientos y actitudes. Como todos los grandes novelistas, Dostoyevski produjo obras de las que se infiere un profundo conocimiento de todas las capas de la sociedad, del ambiente donde vive tanto el más rico como el pobre, de las costumbres y las miserias morales de todos. Esos mismos títulos, y otras muchas suyos, fueron finalmente traducidos directamente del ruso y vuelven a estar a nuestra disposición en ediciones económicas. Gracias a un encuentro accidental con El doble (1846) en una librería —título comentado hace poco en este blog—, estoy redescubriendo a Dostoyevski, y no puedo estar más encantado. En su vida hubo unos años cruciales, casi una década (1849-1857), en los que vivió encarcelado en Siberia y represaliado de distintas maneras a causa de sus ideas, años de los que salió reforzado humanamente y a partir de los cuales escribió sus obras maestras. Se entiende que la base estaba ahí, su infeliz infancia y su ineludible vocación literaria, pero el sufrimiento y las experiencias fuertes afinan la inteligencia y la sensibilidad. Creo que eso está fuera de toda duda. Y él vivió algunas, no pocas.
El librito que comento hoy contiene tres relatos, relatos largos: Noches blancas (1848), El pequeño héroe (1849) y Un episodio vergonzoso (1862). Como puede colegirse de sus fechas de redacción, los dos primeros pertenecen a la etapa inicial de la producción del autor ruso. Ambos giran alrededor del fenómeno del amor no correspondido, o correspondido solo a medias, situaciones en los que la persona amante es consciente de ocupar un lugar muy secundario en el corazón de la persona amada. Ambos están escritos en primera persona y son profundamente románticos por su temática y su atmósfera. El pequeño héroe transcurre en una finca cercana a Moscú en la que se vive una fiesta continua, un ambiente acomodado en el que todos se mueven solo para divertirse. Su protagonista narrador, de once años, vivirá el fin de la infancia seducido por la cercanía de atractivas mujeres adultas. La acción de Noches blancas transcurre en Petersburgo. Sus personajes son menos, apenas dos, y se mueven entre la niebla de la ciudad intentando despejar la de sus corazones. Resulta muy curiosa e inspiradora la forma que tiene una abuela ciega de tener controlada a su nieta adolescente. Este relato parece contener elementos autobiográficos en la configuración del protagonista, amante de la soledad y paseante impenitente.  
El tercero, Un episodio vergonzoso, es el mejor de los tres. En él entran en juego muy distintas capas sociales y tiene la importante misión de poner de relieve la habitual soberbia acunada en los corazones de los prebostes de la sociedad. Se centra en el teatral intento de hacer más humanitaria la sociedad rusa que tuvo lugar a mediados del siglo XIX con la promulgación de edictos zaristas encaminados, teóricamente, a suavizar la penosa situación de las clases bajas. La acción trascurre en Petersburgo y en dos domicilios muy distinos: uno rico y otro sin apenas medios de subsistencia. La narración está contada en tercera persona. El protagonista, un alto funcionario egoísta y dominado por la soberbia y la creencia en la bondad de los privilegios de clase, se mueve en los dos ambientes, tan diferentes. El lector asiste impotente a las desgracias que su comportamiento irreflexivo e insolidario provoca en la vida de los más humildes por no saber estar a la altura que las circunstancias merecen. Tan real como la vida misma. Una lectura muy recomendable.

Fiódor Dostoyevsky, Noches blancas y otros relatos, Madrid, Alianza, 2012. Traducción y nota preliminar de Juan López-Morillas.

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