Mujeres en Petersburgo. Siglo XIX. (englishrussia.com)
Fiódor Dostoyevski (1821-1881)
es célebre por sus libros de
largo aliento: Crimen y castigo (1866), El
idiota (1869) y Los demonios (1872).
Esas novelas se distinguen por la profundidad de los análisis sicológicos de
los personajes, la crítica social y la capacidad del autor para describir y
explicar comportamientos y actitudes. Como todos los grandes novelistas, Dostoyevski
produjo obras de las que se infiere un profundo conocimiento de todas las capas
de la sociedad, del ambiente donde vive tanto el más rico como el pobre, de las
costumbres y las miserias morales de todos. Esos mismos títulos, y otras muchas suyos, fueron finalmente traducidos
directamente del ruso y vuelven a estar a nuestra disposición en ediciones económicas. Gracias a un encuentro accidental con El doble (1846) en una librería —título comentado hace poco en este blog—, estoy redescubriendo a Dostoyevski, y no puedo estar más
encantado. En su vida hubo unos años cruciales, casi una
década (1849-1857), en los que vivió encarcelado en Siberia y represaliado de
distintas maneras a causa de sus ideas, años de los que salió reforzado humanamente
y a partir de los cuales escribió sus obras maestras. Se entiende que la base
estaba ahí, su infeliz infancia y su ineludible vocación literaria, pero el
sufrimiento y las experiencias fuertes afinan la inteligencia y la
sensibilidad. Creo que eso está fuera de toda duda. Y él vivió algunas, no
pocas.
El librito que comento hoy
contiene tres relatos, relatos largos: Noches
blancas (1848), El pequeño héroe
(1849) y Un episodio vergonzoso (1862).
Como puede colegirse de sus fechas de redacción, los dos primeros pertenecen a la
etapa inicial de la producción del autor ruso. Ambos giran alrededor del
fenómeno del amor no correspondido, o correspondido solo a medias, situaciones
en los que la persona amante es consciente de ocupar un lugar muy secundario en
el corazón de la persona amada. Ambos están escritos en primera persona y son
profundamente románticos por su temática y su atmósfera. El pequeño héroe transcurre en una finca cercana a Moscú en la que
se vive una fiesta continua, un ambiente acomodado en el que todos se mueven
solo para divertirse. Su protagonista narrador, de once años, vivirá el fin de la
infancia seducido por la cercanía de atractivas mujeres adultas. La acción de Noches blancas transcurre en
Petersburgo. Sus personajes son menos, apenas dos, y se mueven entre la niebla
de la ciudad intentando despejar la de sus corazones. Resulta muy curiosa e
inspiradora la forma que tiene una abuela ciega de tener controlada a su nieta
adolescente. Este relato parece contener elementos autobiográficos en la
configuración del protagonista, amante de la soledad y paseante impenitente.
El tercero, Un episodio vergonzoso, es el mejor de
los tres. En él entran en juego muy distintas capas sociales y tiene la
importante misión de poner de relieve la habitual soberbia acunada en los
corazones de los prebostes de la sociedad. Se centra en el teatral intento de
hacer más humanitaria la sociedad rusa que tuvo lugar a mediados del siglo XIX
con la promulgación de edictos zaristas encaminados, teóricamente, a suavizar la penosa
situación de las clases bajas. La acción trascurre en Petersburgo y en dos domicilios muy distinos: uno rico y otro sin apenas medios de subsistencia. La narración está contada en tercera persona. El
protagonista, un alto funcionario egoísta y dominado por la soberbia y la
creencia en la bondad de los privilegios de clase, se mueve en los dos
ambientes, tan diferentes. El lector asiste impotente a las desgracias que su
comportamiento irreflexivo e insolidario provoca en la vida de los más humildes
por no saber estar a la altura que las circunstancias merecen. Tan real como la vida
misma. Una lectura muy recomendable.
Fiódor Dostoyevsky, Noches blancas y otros relatos, Madrid, Alianza, 2012. Traducción y
nota preliminar de Juan López-Morillas.
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