domingo, 23 de agosto de 2020

Eugénie Grandet, de Honoré de Balzac


Saumur (Foto: losviajesdeclaudia.com)

            Decía un anciano tío mío, hermano de mi madre, que la novela del siglo XX era muy atractiva por la cantidad de recursos técnicos nuevos que se habían usado en ella, que Proust, Joyce, Faulkner, Cortázar o Benet eran maravillosos artistas, pero no había nada como la novela del siglo XIX. «Algún día, sobrino», me decía, «disfrutarás como nunca leyendo a Conrad, Eça de Quiros, Clarín, Flaubert, Tostói, Dostoyevski, Gógol, Dickens o Balzac, vivirás sin dificultad y por entero vidas que nunca imaginaste vivir y aprenderás a amar y a odiar al ser humano». No voy a discutir la nómina de autores que mi tío me daba. Son todos lo que están, sí, pero no están todos los que son. Habría que incluir algunos, aunque en general mi tío acertó en todos. No sé qué hubiera hecho sin él. Estaría ahora ojeando bazofia, quizá consultando las listas de los más vendidos para saber qué leer.
            Eugénie de Grandet (1833), novela del imprescindible escritor francés Honoré de Balzac (1799-1850), me ha tenido suspenso durante varios días, durmiendo poco, comiendo menos, pendiente solo de la resolución de la historia. El protagonista no es tanto Eugénie, que sí, que lo es —aunque no de manera exclusiva—, sino su padre, el señor Grandet, antiguo alcalde de la localidad de Saumur y vecino de ella. Este es la persona más avara que pueda imaginarse, capaz de poner el interés económico por encima de cualquiera. No ama a nadie, solo a su dinero, que intenta acrecentar a diario, y lo consigue gracias a la tensión en la que vive, completamente dedicado a esa tarea. Los demás, según él, son todos unos imbéciles a los que es fácil timar, a los que tima de manera complaciente en cualquier oportunidad que se le presenta. En esa sociedad hipermaterialista el matrimonio se ve como un acto de compra venta, sin que tenga que mediar amor alguno. Todos lo saben y se avienen a ello sin dificultad. En medio de todos están Eugénie y su madre, que conviven con el monstruo y se allanan a sus interesados manejos hasta que el amor aparece en la vida de Eugénie, en ese momento una chica aún inocente, generosa e idealista. A partir de ahí se genera el conflicto en la familia, que tiene un resultado francamente inesperado.
            Las primeras ciento cincuenta páginas de la novela cuentan de manera continuada solo lo vivido durante una semana más o menos. A partir de ahí aparecen varias elipsis temporales que aligeran la trama y permiten ir a lo esencial. La acción transcurre casi únicamente en el interior de la casa de los Grandet, en Saumur, población muy cercana a Tours, durante los años centrales de la primera mitad del siglo XIX.
Eugénie Grandet no es solo recomendable: es imprescindible. Hagan caso a mi tío.

Honoré de Balzac, Eugénie Grandet, Barcelona, Penguin Random House, 2017. Traducción de Joan Riambau.

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