miércoles, 25 de septiembre de 2024

Pequeño Teatro, de Ana María Matute

 

Una soleada imagen de Pasajes, Guipúzcoa (surfingtheplanet.com). 

            Se trata de la primera novela de la autora barcelonesa. Fue escrita, según propio testimonio, con diecisiete años, aunque no vio la luz hasta una década más tarde, cuando ya le habían publicado Los Abel. Para comprender la precocidad de Matute como creadora de mundos novelescos tan bien perfilados, conviene conocer algunos rasgos de su biografía. Durante su infancia le fue diagnosticada una grave enfermedad. Para su curación —vivió ochenta y nueve años— abandonó Barcelona y viajó al hogar de sus abuelos, en un pueblecito de La Rioja, donde debió pasar una gran temporada que incluiría largos ratos de reposo y, sobre todo, lectura. Resultaría interesante realizar un estudio comparado de las biografías de grandes escritores como ella: muchos sufrieron en su infancia o adolescencia una grave enfermedad cuya convalecencia requirió abundantes ratos de soledad en los que buscaron la lectura, enfermedades que ayudarían, además, a afinar su sensibilidad.

            En Pequeño teatro nos encontramos en un mundo cerrado. La acción transcurre en Oiquixa —un lugar imaginario de la costa vascuence— y en un momento no bien determinado, seguramente a propósito, que puede situarse a últimos del siglo XIX o principios del XX. De los personajes principales destaca Andereia, un hombres sencillo, lúcido y bondadoso que posee un teatro de marionetas. El pueblo de Oiquixa, construido en la ladera de una montaña situada junto al mar, es, en realidad, y también, el escenario de un teatro, un escenario amplio, aunque constreñido entre el bravío mar norteño y las verdes montañas. El destino mueve los hilos que accionan a las marionetas, en este caso personajes de una extraordinaria complejidad para haber sido creados por una escritora de solo diecisiete años. Uno de estos personajes, Illé Eroriak, abre y cierra la novela y sirve de nexo de unión de los demás, pues con todos tiene trato. Hablo de un personaje de mente alterada, de esos que tanta tradición tienen en la historia de la literatura clásica contemporánea. Escritores como Dostoyevski, Faulkner o Steinbeck dan lugares relevantes en sus narraciones a este tipo de personajes, que hasta entonces habían ocupado poco espacio en la literatura, sobre todo en aquella de gusto más pacato y tradicional. En este caso, además, el personaje, Illé Eroriak, es esencialmente bueno, ingenuo, quizá infantil, y esto lo hace aún más atrayente al encontrarse atrapado en un temporal de humanas malquerencias. Otro de los elementos de interés de la novela es la melancolía, la nostalgia, la bruma, la oscuridad que impregnan el paisaje, sombrío, muy acorde con las pasiones que se desarrollan en esta obra de la gran autora española.

 

Ana María Matute, Pequeño teatro, Barcelona, Bibliotex, 2001. [Lo he leído en un ejemplar de la colección Las 100 mejores novelas en castellano del siglo XX que acompañó hace unas décadas al diario El Mundo].

 

Víctor Espuny.

           

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