martes, 7 de enero de 2025

La isla de la mujer dormida, de Arturo Pérez-Reverte


Imagen de la isla de Syros, donde transcurre

parte de la acción (aegeanislands.gr).

 

            La última novela de Pérez-Reverte puede entenderse y valorarse de muy distintas maneras. Ante todo, puede considerarse una novela de aventuras y entretenimiento. El texto, desde el inicio, posee varios guiños a las novelas de Joseph Conrad, sobre todo a Lord Jim, pero no llega a lograr la profundidad de aquellas. Tiene el mérito, eso sí, que alcanzan otras obras marítimas del cartagenero —como La carta esférica—, en las cuales parece tenerse bien en cuenta la recreación de ambientes marineros, señaladamente en lo tocante al léxico y a la psicología de los hombres del mar. El héroe-protagonista absoluto de La isla de la mujer dormida, Miguel Jordán Kyriazis, es muy clásico: un hombre atractivo, rudo solo hasta cierto punto, misterioso, valiente y sereno. En este sentido la novela satisface todas las expectativas del género.

            La narración posee una trama principal, que relata las andanzas de una lancha torpedera en aguas del mar Egeo durante 1937 —en el contexto de la Guerra Civil española—, y varias subtramas relacionadas con aquella. Una comprende la inevitable historia de amor entre el protagonista y una mujer muy atractiva, otro tópico de los contenidos en la novela. Otra, la relación, interesada pero de cierta amistad, existente entre dos espías de los bandos enfrentados, el republicano y el nacional. Aquí el autor consigue cierta equidistancia, caracteriza a los dos como completos sinvergüenzas, aunque sus simpatías parecen inclinarse hacia el bando nacional, al que pertenece el protagonista, no obstante ser este, esencialmente, un marino. Otra subtrama es la historia del matrimonio del que forma parte la amante del protagonista. Y otra, la más interesante, que estaría comprendida en la trama principal, es la sostenida por la relación de compañerismo que existe entre los tripulantes de la lancha torpedera. Para mí, esta es la parte sobresaliente de la novela. No sé si todos los lectores podrán apreciarla, pero sí cualquiera que haya sido joven, haya tenido sangre caliente en las venas y haya despreciado el riesgo en compañía de otros como él.

            Comencé la novela porque no tenía otra que leer, solo ensayos, y al final he quedado satisfecho. A fin de cuentas, uno lee novelas por placer: no puede estar buscando la perfección en todos los títulos.

 

Arturo Pérez reverte, La isla de la mujer dormida, Barcelona, Alfaguara, 2024.

 

Víctor Espuny.

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