jueves, 6 de marzo de 2025

El dueño del secreto, de Antonio Muñoz Molina

Imagen de una manifestación estudiantil de la época

(archivodelatransición.es).

            Escrita con un sentido del humor poco habitual en el Muñoz Molina de hoy —al menos el de los artículos periodísticos—, y poseedora de un capítulo final que recuerda la vuelta al pueblo y el aburguesamiento de uno de los principales personajes de La voluntad, de Azorín, la novela El dueño del secreto me ha dejado un excelente sabor de boca. Ambientada en su mayor parte en Madrid y en 1974, cuando el narrador protagonista tiene solo dieciocho años y está recién llegado para estudiar periodismo, la novela, corta, relata la implicación involuntaria de un muchacho de provincias en un golpe de estado que pretende acabar con el régimen de Franco e implantar la Tercera República. En la novela llama la atención el uso de los contrarios para generar comicidad en la existencia del personaje llamado Ramón Tovar, la antítesis del protagonista en la mayoría de las facetas de la personalidad. El protagonista es más bien tímido, amante de la lectura y la escritura en soledad; Ramón trabaja de mecánico y es expansivo, más bien basto, escandaloso, vital. Ambos, eso sí, se guardan lealtad y se apoyan como buenos paisanos perdidos en una ciudad desconocida. Para acentuar más lo que les separa, el autor coloca a los dos en la misma pensión y la misma habitación. También destaca la ternura del protagonista, su fragilidad, un antihéroe muy conseguido. Sin embargo, pesar de ser pusilánime y falto de carácter, el narrador protagonista parece tener claras algunas cuestiones principales, como su amor por la escritura y por la máquina de escribir ligera que posee, la más valiosa de sus propiedades, cuya recuperación casi al final de la novela da pie a un interesante giro en la trama. El capítulo de cierre finaliza en 1993, cuando el narrador tiene ya treinta y siete años, fecha que corresponde con el momento de escritura y de publicación (1994). Muñoz Molina estudió periodismo en Madrid y aprovechó su conocimiento de la ciudad, su sociedad y la vida universitaria para escribir este libro, sin duda valioso y entretenido. Su edad corresponde con la del protagonista. Afortunadamente para los lectores, el autor ubetense nunca volvió a su pueblo para establecerse allí, como el protagonista de El dueño del secreto, y siguió el periplo vital que todos conocemos, tan fértil en experiencias y publicaciones.  

 

Víctor Espuny.

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