El autor (literaturafrancesatraducciones.blogspot.com)
Extraña
novela. A ratos tan desagradable como las obras del marqués de Sade o Saló o los 120 días de Sodoma, a ratos
de una delicadeza rayana en la hiperestesia, a ratos expositora de teorías
científicas que desembocan en mundos utópico/distópicos próximos a los libros
de la familia Huxley, grupo intelectual y consanguíneo al cual dedica algunas
páginas de manera explícita. En cualquier caso la novela de Houellebecq (Francia,
1956) es apasionante y cuesta mucho trabajo cerrarla y acudir al trabajo o adonde
se nos reclame. Una vez acabada la lectura he leído alguna biografía del autor
y he constatado, además, la existencia en la novela de numerosos pasajes autobiográficos
y la conversión del autor desde hace años en una persona muy polémica en
Francia y en otros países de Europa. Se le acusa de antifeminista, islamófobo,
pornógrafo, descreído, nihilista y, en general, de ser un chico muy malo. Su
madre, que resulta muy atacada en sus obras, escribió a su vez un libro
defendiéndose e intentando demostrar la impostura de su hijo. Después de haber
leído todo eso me resulta difícil escribir de la novela de forma ecuánime. Lo
intentaré.
Las partículas elementales cuenta la
vida de dos hermanos de madre, Michel y Bruno. Ambos fueron abandonados pronto
por ella, inmersa en una dinámica social según la cual las mujeres luchan por
experimentar y vivir sin ataduras, objetivo irrealizable sin el requisito de no
tener hijos o ignorarlos una vez tenidos. Quizá sea esta, la ausencia de la
madre, la única coincidencia entre los dos hermanos. Sus caracteres son muy
distintos. Uno es expansivo y poseedor de una vitalidad sexual desbordante,
tanto que el sexo ocupa su vida de forma obsesiva. Este es Bruno. En la
configuración de este personaje, visitador de lugares donde la promiscuidad
esté permitida o incluso alentada, Houellebecq puede haber puesto bastante de
su confesada experiencia personal, como son los abusos sufridos en un colegio
de Meaux. El otro hermano es Michel. Michel es introvertido, solitario, de
sexualidad inapetente y poseedor de una mente privilegiada para el estudio de
la biología. Él es el que abre y cierra la novela. Su personaje es principal
por el protagonismo que adquieren sus descubrimientos, pero los pasajes más
entretenidos, algunos de ellos hilarantes, son los centrados en Bruno y en su
insatisfacción sexual crónica. Algunos de estos pasajes son abiertamente
pornográficos y varios francamente desagradables. Me da la impresión, lo digo
como simple lector amante de encontrar los mecanismos ocultos de las ficciones,
que la existencia de dos personajes tan opuestos fue una ocurrencia del autor
inspirada en dos facetas muy acusadas de su personalidad: el intelectualismo y,
digamos, la autodestrucción a través del abuso del placer, tendencia esta
última debida a la falta de autoestima, propiciada por el abandono de la madre
y los abusos sufridos durante la infancia. Bruno es cruel y está absolutamente
falto de empatía.
El relato tiene un colofón en
forma de epílogo que sitúa su final alrededor del año 2070, cuando, gracias a
los avances de la experimentación en microbiología, la humanidad ha sufrido una
gran transformación. Aquí la influencia de Un
mundo feliz es evidente.
Para mí, que suelo andar en
las nubes, el autor ha sido un buen descubrimiento.
Michel Houellebecq, Las partículas elementales, Barcelona, Anagrama, 2019. (Les particules élémentaires, 1998).
Traducción de Encarna Castejón.
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