sábado, 7 de noviembre de 2020

El adversario, de Emmanuel Carrère

 

El lago de Annecy (campingfrance.com)

 

            Circunstancias que no vienen el caso han puesto a mi disposición una biblioteca. Entiendo por biblioteca un conjunto de libros, quizá más de veinte; con ese número me conformo para un tiempo, unos meses. Hay muchos de los que había oído hablar pero aún no había leído y otros de los que ni siquiera conocía su existencia. El que acabo de leer estaba entre los últimos.

            El adversario, de Emmanuel Carrère (París, 1957), es una novela de no ficción producto de la atracción que sintió su autor por un hecho criminal, no tanto por el hecho en sí —actitud que podría resultar enfermiza— sino por el entendimiento de las razones que pueden llevar a su comisión. Puede considerarse un trabajo cercano al realizado por Truman Capote en A sangre fría.

Jean-Claude Romand, un padre de familia, ha asesinado con frialdad y premeditación, y en el mismo día, a su mujer, a sus dos hijos y a sus padres, dos viejecitos con los que acaba de comer. Eso lo sabe el lector desde la primera página de la novela. Esos hechos ocurrieron en Francia en enero de 1993 y debieron tener amplio reflejo en la prensa europea, sobre todo francesa. Imagino, además, que la novela de Carrère fue un éxito de ventas en aquel país. Sin embargo, y a pesar de la aversión que he sentido siempre por los superventas, lo he leído. Quería ver cómo había sido el trabajo del escritor.

Puedo decir que me ha gustado. El escritor consigue entablar comunicación con el asesino, con su abogado, con los familiares supervivientes, con algunos amigos de la pareja, con las personas dedicadas por humanidad al cuidado de los presos y construye un relato sólido, a menudo espeluznante, de los hechos. Pero lo mejor de todo es el análisis sicológico que realiza de Jean-Claude. Carrère indaga, se pregunta, investiga y llega a determinar las razones que pueden llevar a una persona en apariencia feliz y equilibrada a convertirse en el destructor de lo más querido. Los paisajes que rodean la residencia de los Romand, esas bucólicas estampas que guardamos en nuestra imaginación de la zona fronteriza entre Francia y Suiza, extreman el dramatismo de la novela.

 

Emmanuel Carrère, El adversario, Barcelona, Anagrama, 2019. [L’Adversaire, 2000]. Traducción de Jaime Zulaika.  

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