San Gimignano
Librito
de apenas ciento cincuenta páginas que va a acrecentar nuestros saberes sobre
la Edad Media de forma notable y amena. Su autor, el célebre medievalista
francés Jacques Le Goff (1924-2014), lo ideó, creo, con afán divulgativo, de
manera que no posee notas al pie y su contenido está repartido en capítulos y
subcapítulos de corta extensión. Le Goff toca todos los aspectos de la vida de
los comerciantes de Europa occidental en la Baja Edad Media, principalmente de
los más exitosos, los italianos. Describe cómo era eran sus métodos de trabajo,
qué relación mantuvieron con los poderes eclesiásticos, reales y nobiliarios a
lo largo de los siglos, qué lugar ocupaban en la sociedad, a dónde viajaban,
cómo lo hacían, qué importaban, qué exportaban, cómo se veían a ellos mismos,
qué cambios se produjeron gracias a su influencia en la educación, en el
cómputo del tiempo, en la caligrafía, en la contabilidad, etc. A pesar de las
evidencias indiscutibles de materialismo
y de la cerrada defensa de la racionalidad de los comerciantes —que ponen las
ganancias por encima de todas las cosas—, Le Goff, muy profesional, los trata
de manera neutra, sin que sus opiniones personales interfieran en el discurso.
Tras la lectura del libro, y si no lo había hecho antes, el lector comienza a
ver las conexiones que han existido siempre entre el dinero y el poder. Gracias
a su inteligencia, su arrojo y su perseverancia, los grandes comerciantes se
convierten en poderosos propietarios, capaces de influir en la política de
manera decisiva, a veces con la connivencia y el apoyo económico del papado,
así como en las artes, que protegen como mecenas muy a menudo por el prestigio
social que acarrea ese patrocinio y por la inversión que creen estar haciendo,
no porque sean especialmente sensibles al arte. De todas formas, el autor
también analiza la manera en la que evoluciona la mentalidad en el devenir de
las generaciones de una misma familia de comerciantes, advirtiendo cómo las
primeras dedican más sus esfuerzos a la consecución del capital y las siguientes
a su disfrute, acción esta última que suele incluir el cultivo del espíritu.
La
impresión general permanente tras la lectura es de continuidad. El capitalismo
de origen industrial fue la evolución lógica del comerciante, producto,
simplemente, de una revolución tecnológica. Las bases de todo estaban sentadas
desde el medievo.
Jacques Le Goff, Mercaderes y banqueros de la Edad Media, Madrid, Alianza Editorial,
2010. [Marchands
et banquiers au Moyen Âge, Le Seuil, 1957]. Traducción de Damià Bas.
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