domingo, 29 de noviembre de 2020

El laberinto, de Manuel Mujica Láinez

 

 

            El laberinto, de Manuel Mujica Láinez (Buenos Aires, 1910-Córdoba, 1984), es una autobiografía de don Ginés de Silva (1572-1658), hidalgo toledano creado por el genio del escritor argentino que muy bien pudo existir. Como el autor ficticio explica en el «prologuete», el título del libro le fue dado por el Greco, el pintor cretense afincado en España, artista prodigioso, que consideraba la vida de cada persona un laberinto donde acecha el Minotauro en forma de decepción, de desilusión, idea, a su vez, muy borgiana. La ilusión es la que impulsa al protagonista de El laberinto, embarcado una y otra vez en empresas más o menos quiméricas, la mayoría de final infeliz, pero, a pesar de ello, no decepcionantes para él, que sigue pensando ilusionado en un futuro  prometedor. A lo largo de su vida frecuenta a muchos de los personajes más importantes de su tiempo. En Toledo, durante su infancia, conoce al Greco y este lo elige como modelo para el niño que, desde el ángulo inferior derecho del cuadro, señala el cuerpo del finado en el Entierro del señor de Orgaz. Por motivos que no vienen el caso, no se trata de contar entero el libro, el protagonista, ya mozo, abandona Toledo y entra a servir a Lope de Vega, se embarca en la Armada Invencible en el mismo barco que el incompetente duque de Medina Sidonia, conoce al Inca Garcilaso, se embarca para América, conoce a un mulato llamado Martín de Porres, presencia la fundación de Castrovirreyna, parte en busca de El Dorado, y así páginas y páginas de una vida interesantísima, donde no hay lugar para el descanso, y constituye un ilustrativo paseo por la España de Felipe II, III y aun IV. El lenguaje, de léxico muy rico y sintaxis propensa a la creación de un ritmo ágil por la colocación de comas y puntos y comas —estos últimos en ocasiones demasiado abundantes para el gusto de escritura actual, más ágil, menos trabado—, parece muy trabajado, como corresponde a una persona de la envidiable educación recibida por Manuel Mujica. Como en muchas de sus obras, Mujica, de gran preparación artística, recrea en El laberinto la vida de célebres cuadros, ese cobrar vida de los personajes de los cuadros del Prado cuando nadie los contempla.

He pasado unos días muy sabrosos con esta lectura, refugiado en ella de los sinsabores de la vida real y recibiendo valiosas lecciones de historia.

 

Manuel Mujica Láinez, El laberinto, Diario El País, Madrid, 2003.

 

Imagen: Alrededores de la ciudad argentina de Mendoza. (savacations.com).

 

Víctor Espuny.

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