Antes
de empezar el siguiente libro, y después de dejar que el recién leído se
asiente y consiga conectar con lo contenido en la memoria, voy a dejar aquí
unas notas de este último. Se trata de Historias
de San Petersburgo, de Nikolai Gogol (1809-1852). Este autor no parece muy
difundido entre los lectores actuales, pero será del gusto de cualquiera. Sus
creaciones son producto de una visión crítica muy personal de la sociedad de su época y
de una imaginación portentosa, a veces parecida a la de un niño por la vitalidad
que supone. No creo que nadie pueda tener una visión cabal de la vida en San
Petersburgo durante los años centrales del siglo XIX, sobre todo del nutrido grupo
social del funcionariado, sin haber leído este libro. Contiene cinco relatos,
algunos, por su extensión, casi novelas cortas.
La avenida Nevski utiliza como excusa la
descripción de los viandantes que se mueven por esta importante arteria de la
ciudad rusa para presentar la diferencia, tan del gusto de algunos escritores,
entre hombres enamorados de mujeres de tal forma que solo pueden entenderlas
como almas puras y candorosas y hombres que solo ven en las mujeres la maldad y
el medio de obtener un placer momentáneo para luego seguir el camino. Entre los
dos tipos hay puntos medios, donde estaremos casi todos, pero esa
diferenciación tan profunda da juego literario. Resulta muy interesante la descripción
del público que llena el paseo de las primeras páginas; su esquema puede ser transportable
a cualquier población.
El retrato profundiza en el mundo de los
artistas plásticos y puede ser considerado, por la importancia que en este
relato tiene el retrato de una persona de rasgos muy peculiares, un precedente,
quizá influencia cierta, de El retrato de
Dorian Grey de Oscar Wilde. Algún parlamento de los personajes puede
chocarnos hoy por su extensión.
Diario de un loco contiene pasajes
descacharrantes, sobre todo aquellos relacionados con la creencia de la nueva
identidad del protagonista, Fernando VIII, rey de España. Este relato debió ser
escrito con las noticias del conflicto sucesorio declarado en España a la
muerte de Isabel II aún frescas.
La nariz nos habla de la fatuidad, de la superficialidad de nuestros comportamientos en sociedad. Lo esclavos que somos de nuestra imagen no es algo de ahora, ni mucho menos. A ratos es de una sabrosa fantasía, que recuerda, como otros relatos de Gogol, las creaciones de Mijail Bulgakov, otro autor ruso muy recomendable, aunque bastante más reciente.
El abrigo, el último de los relatos,
habla de la falta de solidaridad entre compañeros de trabajo, de la crueldad,
casi propia de niños, de aquellos incapaces de sentir la empatía. Todo el
conflicto está centrado una vez más en las penurias pasadas por un funcionario,
cuyo sueldo apenas alcanza para pagar una ropa presentable con la que acudir al
trabajo. El protagonista, Akaki Akakievich, una persona trabajadora, bondadosa,
tímida y de cortos alcances, es tratado como el hazmerreír de todos. Es un
cuento aleccionador de final fantástico y justiciero.
Libro
muy recomendable.
Nikolái V. Gógol, Historias de San Petersburgo, Madrid, Alianza Editorial, 2011.
Traducción de Juan López-Morilla.
Imagen:
La perspectiva, o avenida, Nevski en los años iniciales del siglo XX (Getty
Images).
Víctor
Espuny.
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