jueves, 24 de diciembre de 2020

Largo viaje hacia la noche, de Eugene O'Neill

 

Se trata de un drama lleno de tensión, en la que apenas hay lugar para una sonrisa. Los actores necesarios para interpretarlo son solo cinco, uno de ellos, además, con un papel muy corto, lo que vuelve la historia fácilmente inteligible y fácil de seguir. Se trata de una familia —padre y madre casi en la ancianidad y dos hijos ya no tan jóvenes—que sigue unida a pesar de las conductas autodestructivas de todos sus miembros, adictos a diversas drogas, los hijos desde su infancia por esa inconsciencia que existía en muchas casas de la peligrosidad del alcohol. Al principio del primer acto, justo después de desayunar, creemos estar ante una familia feliz, al menos equilibrada, pero poco a poco vamos descubriendo el drama vivido por todos los personajes, siendo el de la madre el de mayor gravedad. Con la lectura uno aprende a conocerla y a quererla —Mary se llama—, entiende cómo ha llegado hasta el estado en el que se encuentra y sufre con ella el infierno del morfinómano. La acción cubre un solo día.

            La obra, completamente autobiográfica, fue escrita en 1940. Eugene O’Neill (1888-1953) la entregó al editor en 1945 con el ruego de esperar veinticinco años tras su muerte para publicarla y poder ser representada. No sé si luego hubo otro acuerdo pero ya se representaba a mediados de los años cincuenta, aunque en ese momento habían muerto todos los protagonistas. El lector curioso, y con tiempo, podrá indagar sobre la manera en la que la sociedad, siempre tan hipócrita, recibió una obra tan valiente. Charles Chaplin, yerno de O’Neill, fue, seguramente, uno de los que entendió la necesidad que tuvo su suegro de escribir algo así: uno solo puede acallar sus demonios interiores enfrentándose a ellos. Y los de O’Neill eran espeluznantes.  

           

Eugene O’Neill, Largo viaje hacia la noche, ed. y trad. de Ana Antón-Pacheco. Madrid, Cátedra (Letras Universales), 2016 (9ª ed.; la 1ª es de 1986). Long Day’s Journey into Night, 1956.

 

Imagen: Eugene O’Neill, su hermano y el padre. Eugene es el más pequeño, el que lee el libro. La fotografía debió ser tomada sobre 1902. (Dominio público).

 

Víctor Espuny.

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