«No hay quien duerma si la memoria es un almacén abierto y cada detalle busca sitio en un relato».
«Crecer supone saber de quién
se puede prescindir».
Estas dos citas de la novela,
localizables en la página doscientos, nos ayudan a entender y a explicar de qué
va exactamente este relato, que podríamos llamar de maduración. Narrado en
primera persona con un solo punto de vista, cuenta la estancia de Ida
Laquidara, la protagonista-narradora, hija única, en Mesina, adonde llega desde
Roma atendiendo a un ruego de su madre, que quiere saber qué objetos de la casa
desea conservar antes de venderla. La vuelta al hogar familiar, de donde había
salido quince años antes, poco después de la mayoría de edad, supone el
enfrentamiento con cuestiones cuya resolución resulta imprescindible para el
perfeccionamiento de su vida emocional, herida de gravedad poco antes de su
salida de Mesina.
La
novela, escrita con sencillez, de lectura atrayente, llega en los últimos
capítulos a un punto donde todo puede pasar. El relato, sanador, se cierra de
la manera más curativa posible. Constituye un buen ejemplo del esfuerzo que
todos debemos realizar para enfrentarnos a esos fantasmas que creemos dejar
atrás al salir de nuestros pueblos o ciudades y, si no ponemos remedio, nos
siguen hasta el final de nuestro camino. Interesante.
Nadia Terranova, Adiós fantasmas, Barcelona, Libros del Asteroide, 2020. Traducción
de Celia Filipetto.
Imagen: Nadia Terranova (italy.org).
Víctor Espuny.
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