Jean Cocteau (1889-1963) tuvo
una vida increíblemente intensa desde el punto de vista creativo, similar en
ese sentido a la de todos los genios, que parecen abocados por pura necesidad
vital a la creación incesante, a la expresión insomne. Se relacionó de igual a
igual con los más célebres artistas contemporáneos y merece ser estudiado y
conocido como lo son Pablo Picasso, Eric Satie o Charles Chaplin.
En Los Niños terribles, librito de poco más de cien páginas y encanto
arrebatador, el autor francés cuenta la manera que tiene uno de los miembros de
una pareja de hermanos de sofisticar una relación incestuosa reprimida e impedir
que el otro miembro de la imposible pareja pueda ser feliz. Los protagonistas, ella
un poco mayor que él, pasan ante nuestros ojos del final de la infancia a la
primera juventud para seguir detenidos, ya en cuerpos adultos, en esos primeros
años de la vida que pueden crear lazos imposibles de romper, dependencias
afectivas autodestructivas de oscuro final.
La prosa es muy cuidada, producto
de un esfuerzo consciente por decir aquello que realmente se quiere decir, y está
plagada de imágenes poéticas, productos de un alma sensible y cultivada.
La edición viene acompañada de
una interesantísima introducción de José Ignacio Velázquez, autor también de la
traducción.
Jean Cocteau, Los Niños terribles, Madrid, Cátedra (Letras Universales), 2014 (la
1ª ed. es de 1990). Les Enfants terribles,
1929.
Imagen: Edith Piaf y Jean Cocteau, fallecidos
con horas de diferencia en un octubre negro para la cultura francesa. (lavidrieradecasilda.com.ar)
Víctor Espuny.
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