El
interés por la cultura de los países de Extremo Oriente entre los occidentales
es muy antiguo, sobre todo en aquellas naciones más próximas o más activas
comercialmente. Antes de la llegada de la moda de los gabinetes chinos a las
casas de familias más acomodadas durante el siglo XIX —un acercamiento cultural
frívolo y superficial—, existía un hilo de comunicación tendido desde Italia
gracias a sus ubicuos mercaderes medievales, capaces de arrostrar cualquier
peligro para abrir nuevas rutas comerciales. Pero hasta llegar a la debacle
japonesa de la II Guerra Mundial, y el comienzo de la desaparición, por mero
instinto de supervivencia, de los rasgos de su cultura más marcados
—considerados obstáculos para la necesaria modernización (entendida esta como occidentalización)—,
hubo insignes orientalistas europeos y, en general, personas de letras
interesadas en aquella cultura, tan distinta a la nuestra, tan contradictoria
en apariencia por su culto a la fuerza y a la delicadeza. Uno de ellos fue
Lafcadio Hearn (1850-1904).
Llegado
a Japón con un encargo profesional cuando ya contaba cuarenta años —era un escritor
y periodista muy prolífico—, la atracción que sintió por aquella cultura fue
tan intensa que allí pasó el resto de sus días, casado con una japonesa y
trasmutado en Yakumo Koizumi. Su obra literaria más conocida es Kwaidan (Cuentos fantásticos del Japón),
que acabo de leer en la traducción de Pablo Inestal, traductor en activo hace
ahora un siglo. Se trata de una colección de relatos a la que se ha añadido Estudio de insectos, tres textos sobre ciertos
invertebrados (mariposas, mosquitos y hormigas) vistos desde puntos de vista
poéticos y sociológicos que no sé si fueron publicados con los cuentos en la
versión original del libro. Los relatos nos sumergen desde la primera página en
un mundo de espectros y apariciones fantasmagóricas teñido de matices poéticos
y pleno de amor romántico, características que los dotan de un encanto especial
y hacen que se lean con mucho gusto. El total de textos es de veinte, pero yo
destacaría cinco relatos: La historia de
Miminashi-Hōichi, Diplomacia, El secreto de la muerta, La historia de Aoyagi y la historia de
Takahama (págs. 154-157) inserta en el capítulo dedicado a las mariposas. Así
mismo, recomiendo la lectura de los textos dedicados a mosquitos y hormigas,
ejemplos de profundidad en el análisis del comportamiento de la sociedad humana
y de la rentabilidad ecológica resultante de la creencia en la transmigración
de las almas.
Lafcadio Hearn, Kwaidan (Cuentos fantásticos del Japón), Madrid, Alianza Editorial,
2019 (2ª ed.). [Kwaidan. Stories and Studies of Strange
Things (1904)]. Traducción de Pablo Inestal. Revisión de términos
japoneses de Koyoko Takagi.
Imagen: Paisaje de Tatsuo Horiuchi, artista
actual (es.gizmodo.com).
Víctor Espuny.
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