martes, 11 de mayo de 2021

La Horla y otros cuentos, de Guy de Maupassant

 


            Entre los libros de ficción que uno tiene para elegir resulta fácil inclinarse por aquellos que vemos publicitados, a menudo obras perecederas, simples productos comerciales que la industria editorial necesita vender para cuadrar sus números. Entre ellos los hay buenos, eso es seguro, pero la proporción de estos es muy pequeña, casi inapreciable, y dar con ellos poco menos que una lotería. Siempre va a ser mejor, más confiable, acudir a los clásicos.

            Guy de Maupassant (1850-1893) es ya uno de ellos. Normando como Gustave Flaubert (1821-1880), fue en cierta forma tutelado por este, que intentaba conseguir —hay cartas que lo testimonian— que aquel muchacho deportista, enamoradizo y muy bien dotado para la práctica del relato se sentara a escribir en serio, con continuidad. Maupassant, demasiado vitalista en su juventud para permanecer tanto tiempo en reposo, lo hizo a los treinta años, después de haber dedicado con pasión casi una década de su existencia a remar en el Sena y a buscar compañía femenina. De resultas de aquella vida un tanto desenfrenada contrajo la sífilis, que deterioraría poco a poco su salud hasta producirle la muerte temprana. Su sensibilidad era tan acusada, y sus vivencias hasta entonces habían sido tan intensas, que pudo escribir una tras otra obras inmortales.

            La Horla y otros cuentos no existió nunca como libro. Se trata de una selección de cuentos de Maupassant llevada a cabo por Isabel Veloso Santamaría, especialista en literatura francesa del siglo XIX, en la actualidad profesora de la Universidad Autónoma de Madrid. En total son diez cuentos pertenecientes, a grandes rasgos, a tres tipos temáticos: el relato fantástico y de terror, el relato sensualista y el relato bélico. (No, Bola de sebo no aparece en esta selección pero, si aún no lo ha hecho, búsquelo y léalo). Del tipo primero destacaría La Horla, posible antecedente del cortazariano Casa tomada, pero de los tres tipos he disfrutado sobre todo con los dos últimos, centrados en el mundo femenino. Los protagonistas son mujeres puestas por la vida en lugares y situaciones de precariedad, bien como prostitutas, bien como víctimas de la guerra —en el caso de Maupassant la franco-prusiana, conocida por él—, bien como prostitutas víctimas de la guerra, todo en uno para hacer aún más llamativo el contraste entre la vida de hombres y mujeres en antiguas etapas de la historia social de un occidente hoy modernizado, en apariencia, pero cuya seguridad penderá siempre de un hilo. Nadie desea una guerra, y hoy en Europa occidental parece algo imposible, pero el futuro es largo y nuestra mirada solo alcanza unos años más: no sabemos qué vendrá después. De los que he llamado sensualistas destacaría La casa Tellier, un retrato veraz de la hipócrita sociedad burguesa de finales del siglo XIX, y de los bélicos Madre Sauvage, este último de lo mejor que he leído en mucho tiempo. Nadie como una madre que puede, y necesita, vengar la muerte de un hijo para pasar a la acción.

 

Guy de Maupassant, La Horla y otros cuentos. Edición y traducción de Isabel Veloso. Madrid, Cátedra (Letras Universales), 2018 (5ª ed.).

 

Imagen: Les Grands Boulevards: le Theatre des Varietes, por Jean Béraud (entre 1875 y 1890).

 

Víctor Espuny.

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