martes, 25 de mayo de 2021

Los ilusos, de Rafael Azcona

 

 

Seguro que el lector recuerda Los detectives salvajes de Roberto Bolaño y alguna que otra novela donde el autor hace el relato de sus años mozos, cuando empezaba su actividad literaria y parte importante de la misma consistía en verse con personas más o menos de la misma edad y con las mismas inquietudes creativas. La novela Los ilusos pertenece precisamente a ese subgénero temático, el de los grupos literarios que se forman alrededor de una revista o de un bar, establecimiento donde habitualmente se consume poco y se ocupan mucho tiempo las mesas. Son años de grandes ilusiones y de bolsillos vacíos en los que se forjan amistades para toda la vida y se viven experiencias a menudo inolvidables por la terneza de la piel.

            Los ilusos, novela en buena parte autobiográfica, narra la llegada de Rafael Azcona (1926-2008) a Madrid desde su Logroño natal a principios de los años cincuenta y la manera que tuvo de sobrevivir aferrándose al sueño de comer de la escritura, afán que le llevó a convertirse en uno de los guionistas más importantes de la historia del cine español. Pero antes de eso escribió novelas mercenarias de las cuales no se sentía muy satisfecho y otras, como esta, muy aceptables al estar redactadas por amor a la escritura misma, la única forma, seguramente, de conseguir textos realmente válidos, capaces de impresionar la sensibilidad del lector. Harto como esta uno de leer relatos de aquellos años en los cuales todo es oscuro y triste, en Los ilusos encontramos un grupo de poetas, más bien versificadores, dados a la picaresca y a la ampulosidad, que ven sus veladas de los Versos Sabáticos como oportunidades para descollar entre otros poetas llegados de provincias o para sacar algunas pesetas a alguien con alguna desgracia inventada, pero todo contado con ese gran sentido del humor que tenía Azcona, hombre tímido e inteligente donde los hubiera, que prefirió la actividad de guionista cinematográfico a la de escritor para no ser asunto de titulares ni objetivo de fotógrafos de prensa. Tuvo una larga y feliz vida paseando como un ser anónimo más. Por suerte para la creación artística y para todos nosotros, él aguantó lo que tuvo que aguantar y siguió toda la vida siendo uno de esos ilusos sin los cuales el arte no existiría.

            Los ilusos fue publicada por primera vez en 1958 y revisada por su autor para esta edición, que contiene decenas de ilustraciones de su amigo Antonio Mingote. La revisión del texto fue, quizá, el último trabajo de la vida de Azcona. Ahora, ya fallecido, sigue haciéndonos reír.

 

Rafael Azcona, Los ilusos, La Coruña, Ediciones del Viento, 2008.

 

Imagen: Montaje de la página mcguffin007.com, donde puede leerse un enriquecedor artículo sobre esta novela de Júlia Olmo; sí, con acento.

 

Víctor Espuny.

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