domingo, 30 de mayo de 2021

Los emigrados, de W. G. Sebald

 

 

            Debido al despiste en el que vivo felizmente instalado casi siempre, no he conocido la obra de W. G. Sebald (1944-2001) hasta ahora. Muerto prematuramente, el autor bávaro poseía una profunda sensibilidad, un bagaje inmenso de lecturas, una gran capacidad de observación y un aparente desinterés por hacerse una carrera literaria, rasgos todos que lo hacen tremendamente atractivo. A todo eso hay que sumar, entre otras muchas cosas, la fecha de su nacimiento, que lo instala en ese grupo etario alemán cuyos integrantes tuvieron que descubrir por sí mismos qué había pasado en su país durante los años treinta y cuarenta, exactamente como Bernard Schlink, nacido el mismo año, apenas dos meses después.

            Los emigrados (1992) de Sebald contiene la biografía de cuatro personajes supuestamente ficticios pero tan creíbles que uno acaba el libro con la idea de que todos ellos existieron realmente. Son historias desconectadas en apariencia pero unidas por un narrador-protagonista hábilmente construido, una suerte de viajero cuyo motivo para trasladarse de un lugar a otro nace en el encuentro con personas que despiertan en él unas ansias mayores de conocer su biografía. Esta viene acompañada en los cuatro casos por fotografías de lugares y personas que acentúan el grado de veracidad de los textos. Las páginas se suceden de una manera extraña, poco habitual según los cánones narrativos más extendidos, salpicadas de digresiones, principalmente históricas, que al principio cuesta relacionar con la historia principal pero uno acaba por encontrar perfectamente lógicas. De todo lo escrito no sobra nada. La dificultad de la lectura para el lector más acostumbrado a los relatos de forma clásica va desapareciendo conforme advierte cómo las digresiones convienen al relato, cómo lo complementan. Los protagonistas de las biografías son hombres ya mayores que tuvieron que abandonar Alemania en las primeras décadas del siglo XX y se instalaron en países de futuro más prometedor por la ausencia de persecución antisemita. Algunas de las historias, sobre todo las del maestro Paul Bereyter y el mayordomo Ambros Adelwarth, resultan de un atractivo tal que durante su lectura uno se siente transportado a uno de esos momentos estelares que señalan la senda vital del lector, esos contados ratos en los que se siente inmerso en un relato verdaderamente irrepetible por la profundidad de lo escrito y el talento de su creador.

Solo para lectores avanzados.

 

 

W. G. Sebald, Los emigrados, Barcelona, Anagrama, 2019 (3ª ed., la 1ª es de 2006). Traducción de Teresa Ruiz Rosas. [Die Ausgewanderten, 1992].

 

Imagen: Vista de Wertach (al sur de Baviera), donde nació y vivió la infancia W. G. Sebald. (Ahora resulta pertinente una reflexión sobre la importancia de los escenarios naturales y artísticos en la formación de las personas creativas). He tomado prestada la fotografía de ferienwohnungwertach.de.

 

Víctor Espuny.

No hay comentarios:

Publicar un comentario