Dickens (elespanol.com)
Historia de dos
ciudades (1859) es una novela histórica de muy fácil lectura, de extensión justa, amena, a ratos muy divertida, a ratos trágica y violenta, y quizá
inspiradora de alguna manera de Los miserables (1862), del también
imprescindible Victor Hugo. Existe un personaje en la novela de Dickens que
recuerda por su altruismo al célebre Jan Valjean: Sydney Carton. De la misma
manera que el personaje del novelista francés sufre una revelación que le hace
cambiar de vida y volverse una persona generosa y honesta —tan voluntarioso, y
a pesar de los años, como para cargar con el cuerpo del joven Marius herido y
cruzar París por las alcantarillas—, Sidney Carton es capaz de renunciar a toda
su vida anterior de placeres egoístas e incluso dar su vida para hacer feliz a
la mujer que quiere. Victor Hugo afirmó que su personaje estaba tomado de la vida
real, puede ser, pero la duda queda ahí. En cualquier caso, parece que en aquella época los literatos y su público
valoraban los actos desinteresados, les atraían de la misma manera que hoy los lectores parecen inclinados a los relatos de crímenes y corrupción. Como todas las novelas que he leído del
escritor inglés, en esta destacan sus buenos sentimientos. Dickens, de manera
semejante a su colega francés, está empeñado en denunciar abusos y en defender
a los débiles, que en el caso de Historia de dos ciudades son
precisamente los miembros de la clase alta y cualquier inocente que fuera
perseguido por los revolucionarios franceses para ser encarcelado y ajusticiado.
Es el Periodo el Terror. La ficción recoge numerosos hechos reales, como las
masacres de septiembre de 1792. Obsesionados por no dejar con vida a nadie
relacionado con los antiguos privilegiados, los revolucionarios, personas de
extracción muy humilde, víctimas de terribles abusos cometidos por los señores
más crueles antes de 1789, se toman la justicia por su mano y, en una
borrachera de sangre que parecía crearles adicción, asesinaron con facilidad a
infinidad de inocentes. Nadie los defendía. Dickens, generalmente situado del
lado de los desheredados, en este caso los critica con fuerza, pues nadie
medianamente humano puede dejar de escandalizarse ante hechos como los
recogidos en la novela. Es cierto que en ese periodo de la revolución, el más
radical, se realizan importantes avances sociales, pero estos quedaron
ensombrecidos y olvidados por la brutalidad represiva que los acompañó.
La novela comprende el periodo de tiempo
comprendido entre 1775 y 1793. La acción transcurre de forma alterna en
Londres, París y las localidades de paso y embarque.
(Aquellos interesados en el conocimiento
de las matanzas durante la revolución —no es asunto agradable—, tienen a su
disposición una amplia bibliografía. Pinchando aquí pueden leer un artículo titulado
“Notas sobre un martirologio de la Revolución Francesa conservado en un museo
vigués”, publicado en Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna,
N.º 25, 2023, pp. 109-112).
Víctor
Espuny.
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