Fotografía del autor (trabalibros.com)
El tema de la percepción distinta de la realidad atrajo al gran novelista Fiódor Dostoyevski (1821-1881), él mismo, posiblemente, víctima de percepciones alteradas. En este caso se trata de un desdoblamiento
del mismo individuo pero no propiamente de esquizofrenia sino de una psicosis
que cursa con alucinaciones sensoriales. El protagonista, Yákov Petróvich
Goliadkin, funcionario de la administración zarista en un puesto menor,
proyectará en un individuo inexistente las facetas de su personalidad inasumibles
por su parte, digamos, correcta, modosa, presentable. Ese doble que él ve, y
los lectores ven, que tiene su mismo nombre, su mismo aspecto y su misma
dirección, realmente no existe, algo que el lector intuye desde su aparición.
Goliadkin delira, sufre, cree que todos conspiran contra él, que ese doble de
comportamiento deleznable ha sido creado por sus compañeros de oficina. Goliadkin
II, al que percibe y con el que se comunica, es arribista, chabacano, adulador,
materialista, mendaz. Goliadkin vive angustiado, y el lector, que lo ve caminar
hacia una crisis mental inevitable, comparte su angustia. El protagonista del
relato es variable, no posee asertividad ni voluntad propia, cualquiera pude
convencerlo de cualquier cosa. El suyo es el retrato perfecto de las
debilidades de ciertos enfermos mentales, ante todo sufridores sin causa, y, en
su faceta conformista, el anticipo de personajes de Moravia, Kafka, Camus o el austriaco Peter Handke.
La novela, publicada en 1846,
no pudo ser correctamente valorada ni comprendida hasta bien entrado el siglo
XX.
Fiódor Dostoyevsky, El doble. Poema de Petersburgo, Madrid, Alianza, 2015. Traducción y
nota preliminar de Juan López-Morillas.
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