El autor (Foto: palestinalibre.org)
Se
trata de una colección de diez relatos. Fueron escritos entre 1962 y 1966,
cuando Amos Oz (Jerusalén, 1939 – Tel Aviv, 2018) tenía poco más de veinte
años. La mayoría de ellos fueron publicados en 1965 con el título de Where the Jackals Howl. Hay uno, En esta mala tierra —una impresionante
recreación de la historia bíblica de Jefté (Libro
de los Jueces, 11)—, que por su fecha de redacción (1966) debió ser añadido
en la revisión de los cuentos que Oz llevó a cabo entre 1974 y 1975. Parece que
este texto revisado de los relatos ha sido el empleado por Raquel García Lozano
para realizar su traducción desde el hebreo, traducción publicada por Siruela
en 2017. Todos estos avatares sufridos por los textos son de imprescindible
conocimiento para adentrarnos con rigor en la comprensión de una obra, sea cual
sea, y más si cabe en el caso de una tan importante.
Exceptuada
la recreación, el embellecimiento poetizado, de la historia de Jefté, Tierra de chacales relata diversos
episodios, algo así como cuadros, de la vida en los kibutzs. Amos Oz era hijo
de europeos emigrados a Palestina a comienzos de los años treinta y estuvo
integrado desde la adolescencia en esas comunidades creadas siguiendo el mismo
espíritu de las colectividades de origen socialista primitivo. Creo que todos
los lectores saben ya lo que es un kibutz. Fueron precisamente en esos lugares,
de producción y consumo comunitarios, donde se llevaron a cabo importantes
adelantos en técnicas de cultivo moderno, las mismas técnicas que después han
sido exportadas al resto del mundo, señaladamente las relacionadas con el riego
llamado por goteo. De esa forma fueron capaces de convertir en fértiles tierras
que antes formaban parte del desierto, el mismo que rodea los kibutz de los
cuentos de Oz y donde los chacales siguen viviendo a sus anchas.
Resulta
increíble, envidiable y por supuesto admirable la madurez y la capacidad de
expresión verbal que poseía Oz con poco más de veinte años. Dramáticas
circunstancias personales le llevaron a crecer muy pronto. Esa misma madurez,
unida a un importante atractivo personal debido en parte a su físico y en parte
a su sensibilidad, debieron hacer de él una persona importantes dentro su
comunidad y, a la larga, en la escena internacional. Durante toda su vida
obtuvo muchos e importantes premios literarios y, sobre todo, destacó por ser
un gran defensor del diálogo entre árabes e israelíes. Uno de los relatos de Tierra de chacales —Nómadas y víbora— nos habla de esa difícil convivencia, empeorada
en los últimos años por la existencia en Israel de gobiernos demasiado
intransigentes con sus vecinos pobres. Otro, La inocencia del viento, trata de una cuestión universal: la
relación entre un padre demasiado severo y un hijo que solo quiere complacerle;
este es estremecedor. La piedra hueca
posee inesperadas resonancias de la Guerra Civil española (1936-39): uno de sus
personajes acude a España para luchar del lado de la República.
La
lectura de este libro es una ocasión única de integrarse durante unos días en
la vida en aquellas comunidades israelíes primitivas, hoy ya muy
transformadas, donde no existían jerarquías, posesiones materiales ni afán de
lucro. Muy recomendable.
Amos Oz, Tierra de chacales, Madrid Siruela, 2017. Traducción de Raquel García Lozano.
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