jueves, 27 de junio de 2019

Tierra de chacales, de Amos Oz


El autor (Foto: palestinalibre.org)

            Se trata de una colección de diez relatos. Fueron escritos entre 1962 y 1966, cuando Amos Oz (Jerusalén, 1939 – Tel Aviv, 2018) tenía poco más de veinte años. La mayoría de ellos fueron publicados en 1965 con el título de Where the Jackals Howl. Hay uno, En esta mala tierra —una impresionante recreación de la historia bíblica de Jefté (Libro de los Jueces, 11)—, que por su fecha de redacción (1966) debió ser añadido en la revisión de los cuentos que Oz llevó a cabo entre 1974 y 1975. Parece que este texto revisado de los relatos ha sido el empleado por Raquel García Lozano para realizar su traducción desde el hebreo, traducción publicada por Siruela en 2017. Todos estos avatares sufridos por los textos son de imprescindible conocimiento para adentrarnos con rigor en la comprensión de una obra, sea cual sea, y más si cabe en el caso de una tan importante.
            Exceptuada la recreación, el embellecimiento poetizado, de la historia de Jefté, Tierra de chacales relata diversos episodios, algo así como cuadros, de la vida en los kibutzs. Amos Oz era hijo de europeos emigrados a Palestina a comienzos de los años treinta y estuvo integrado desde la adolescencia en esas comunidades creadas siguiendo el mismo espíritu de las colectividades de origen socialista primitivo. Creo que todos los lectores saben ya lo que es un kibutz. Fueron precisamente en esos lugares, de producción y consumo comunitarios, donde se llevaron a cabo importantes adelantos en técnicas de cultivo moderno, las mismas técnicas que después han sido exportadas al resto del mundo, señaladamente las relacionadas con el riego llamado por goteo. De esa forma fueron capaces de convertir en fértiles tierras que antes formaban parte del desierto, el mismo que rodea los kibutz de los cuentos de Oz y donde los chacales siguen viviendo a sus anchas.
            Resulta increíble, envidiable y por supuesto admirable la madurez y la capacidad de expresión verbal que poseía Oz con poco más de veinte años. Dramáticas circunstancias personales le llevaron a crecer muy pronto. Esa misma madurez, unida a un importante atractivo personal debido en parte a su físico y en parte a su sensibilidad, debieron hacer de él una persona importantes dentro su comunidad y, a la larga, en la escena internacional. Durante toda su vida obtuvo muchos e importantes premios literarios y, sobre todo, destacó por ser un gran defensor del diálogo entre árabes e israelíes. Uno de los relatos de Tierra de chacalesNómadas y víbora— nos habla de esa difícil convivencia, empeorada en los últimos años por la existencia en Israel de gobiernos demasiado intransigentes con sus vecinos pobres. Otro, La inocencia del viento, trata de una cuestión universal: la relación entre un padre demasiado severo y un hijo que solo quiere complacerle; este es estremecedor. La piedra hueca posee inesperadas resonancias de la Guerra Civil española (1936-39): uno de sus personajes acude a España para luchar del lado de la República.
            La lectura de este libro es una ocasión única de integrarse durante unos días en la vida en aquellas comunidades israelíes primitivas, hoy ya muy transformadas, donde no existían jerarquías, posesiones materiales ni afán de lucro. Muy recomendable.

Amos Oz, Tierra de chacales, Madrid Siruela, 2017. Traducción de Raquel García Lozano.

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