jueves, 19 de diciembre de 2024

¡Que viene mi marido!, de Carlos Arniches

Fotografía del día del estreno

            Hoy les traigo otra de las «tragedias grotescas» de Carlos Arniches. Fue estrenada en el madrileño Teatro de la Comedia en el mes de marzo de 1918. Como La señorita de Trevélez y la inmensa mayoría de las creaciones de corte clásico, la obra se divide en tres actos, que coinciden con el esquema de planteamiento, nudo y desenlace. En el primero asistimos al embrollo que supone para una familia madrileña de clase media la posibilidad de heredar una fortuna a cambio de cumplir unas condiciones muy exigentes, en el segundo a las consecuencias de haber seguido un plan muy arriesgado para conseguir cumplirlas y en el tercero a la resolución feliz del conflicto. Como otras obras de Arniches —resulta complicado encontrar una que no lo haga, incluso entre los cortos y minusvalorados sainetes—, ¡Que viene mi marido! contiene un mensaje para el público relacionado con la ética, con la forma de comportarnos los unos con los otros, en este caso una crítica de la forma de vivir de los sinvergüenzas, de los aprovechados, y de la avaricia, esa pasión que lleva a los humanos a olvidar las razones del corazón y los sentimientos a cambio de conseguir mejoras materiales. La obra es descacharrante, desternillante, hilarante, muy divertida; busquen cualquier adjetivo equivalente. Se pasa un gran rato con ella. De forma continua, sobre todo en el primer acto, aparecen personajes nuevos, cada uno más llamativo que el anterior, como los integrantes de esa familia de la vecindad que se presentan hasta con los rulos y el rizador del bigote —recién levantados—con tal de cotillear qué está pasando, o ese sabio sordo perdido que se empeña en hablar en latín. El personaje del marido presuntamente difunto, Bermejo —que el día del estreno fue encarnado por el célebre actor de comedia Juan Bonafé—, representa a la perfección al caradura, y lo hace con una frescura y una comicidad que arranca al lector risas continuas. No sé si me equivoco, no soy especialista, ni mucho menos, pero creo ver en estas obras de Arniches precedentes de aquellas de Álvaro Carrero que se han representado en el Teatro Muñoz Seca de Madrid en los últimos años, como En ocasiones veo a Umberto, aunque en el caso de las obras actuales la intención regeneracionista no exista, sean simple entretenimiento, del bueno, sí, pero solo entretenimiento. Volviendo a la obra de Arniches, las acotaciones y el contenido de los trabajados diálogos son suficientes para ver la obra mientras se está leyendo, creando de esta manera en el lector la ilusión de encontrarse en un teatro. Un obra muy recomendable.

 

Carlos Arniches, La señorita de Trevélez [y] ¡Que viene mi marido!, Madrid, Ediciones Cátedra, 1995. Edición de Andrés Amorós.

 

Víctor Espuny.

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