Aspecto actual del castillo de If (radio.vinci-autoroutes.com)
TVE española emitió en 1969 una
serie con este título y ahí estábamos los nacidos en la primera mitad de los
sesenta para verla y quedar impresionados por ella. Se trataba de una
adaptación realizada por Pedro Gil Paradela y dirigida por Pedro Amalio López.
En sus papeles principales estaba interpretada por actores muy activos en
aquella época y cuyos nombres resultarán familiares a muchos lectores: José
Martín, Pablo Sanz, Fiorella Faltoyano, Emma Cohen y José María Escuer, todos
habituales en aquel fantástico programa de teatro televisado llamado Estudio
1. Aquella adaptación de TVE de la novela de Dumas fue quizá la más
ambiciosa de la época por el esfuerzo de producción que entrañó, con rodaje en
exterior y un encomiable esfuerzo de ambientación. Eso no quita que al
contemplarla ahora —está disponible en internet— uno no sienta una especie de
decepción melancólica. Para un crío estaba bien, resultaba impresionante, pero
a la vista del adulto, y más después del tiempo pasado, la realidad de los
pelucones, el estanque de tres metros de profundidad y el cartón piedra es
avasalladora. De todas formas, el momento mágico existió. La lucha de Edmundo
Dantés por salir del saco-mortaja en el que ha sido arrojado al mar desde el
Castillo de If en lugar del abate Faria, esos instantes eternos en los que los
niños conteníamos la respiración y creíamos morir ahogados con el héroe de la
novela, afirmaron en muchos de nosotros, y para el resto de nuestra vida, el
gusto por la ficción. Pero la lectura de la novela, de más de mil cien páginas,
resulta abrumadora. Las dos primeras partes en las que está dividida —El
castillo de If y Simbad el marino—
todavía son amenas y resultan de interés para el lector actual, pero los
otros dos tercios de la narración, en los que tanto divagan los autores —Dumas
y su equipo—, pueden resultar tediosos y faltos de verosimilitud, perdidos en
ese deseo insano de fría venganza que posee al protagonista, muy a propósito para alargar la novela. Quizá por eso el
relato funcione mejor en adaptaciones cinematográficas, donde resulta aligerado
de tantas subtramas folletinescas y tanta fantasía. En cualquier caso, ahí está
disponible esta narración eterna, que entre otros muchos atractivos posee el de
situarnos cabalmente en la historia y la geografía del Mediterráneo, sobre todo
del occidental, con su riqueza paisajística, idiomática y cultural. La
desgraciada historia de amor de Edmundo Dantés y Mercedes —la catalana
marsellesa— ha quedado como una de las más notables, por inmortal, de la
historia de la literatura.
Alejandro
Dumas, El conde de Montecristo, Barcelona, Random House, 2014.
Traducción de E. V. (Resulta lamentable que se oculte el nombre del traductor).
Víctor
Espuny.
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