domingo, 5 de julio de 2020

Todo pasa en Tel Aviv



            Al fin, después de la travesía del desierto, van abriendo los cines. Acude muy poca gente, solo los incondicionales de la pantalla grande. El ritual ha cambiado. El portero te toma la temperatura con uno de esos termómetros cuyo uso te hace sentir apuntado por un arma, luego chequea la entrada con un lector de código de barras y, tras indicarte amablemente dónde está tu sala, te recuerda el uso obligatorio de la mascarilla durante toda la estancia en el establecimiento. Cero contacto, relajación nula. El ambigú está cerrado, no puedes tomar nada, y tampoco tienes a tu disposición hojas donde leer un poco sobre la película mientras empieza la proyección. Ir al cine durante la pandemia es un profundo acto de fe.
            Este fin de semana, convenientemente enmascarado, he podido ver Todo pasa en Tel Aviv. Se trata de una divertida comedia con muy buenas intenciones. Uno se pregunta desde hace mucho tiempo hasta cuándo va a durar el conflicto entre palestinos e israelíes y sueña con su final. El director y coguionista de esta película ha vivido en sus carnes el conflicto desde su nacimiento e intenta con este bonito cuento mostrar una vía de entendimiento entre ambos pueblos, un espacio completamente alejado de las ametralladoras y las personas-bomba: el arte. Sé que existen empresas artísticas donde se coaligan israelíes y palestinos, como orquestas mixtas y grupos de artistas plásticos. La película muestra otra vía, la cinematográfica. Ninguno de los personajes protagonistas, Assi, el militar israelí, y Salam, el palestino guionista accidental de una serie televisiva, parecen conscientes de ello, pero la relación que establecen muestra el camino para la terminación del conflicto. El paso siguiente tendrá que ser la formación de parejas mixtas. Solo la creatividad y el amor acaban con las luchas. Parafraseando el conocido mandato de los sesenta, paz, amor e imaginación.
            Kais Nashef, actor palestino, encarna a Salam, el protagonista. Nashef realiza un papel tan convincente que uno acaba enamorándose de un tipo tan desastroso, en apariencia un incompetente sin remedio. Yaniv Biton, israelí, encarna a Assi, el típico militar incapaz de mostrar la humanidad oculta tras tanta marcialidad y disciplina. Ambos bordan sus papeles. Lo mismo podría decirse de todos los secundarios, entre los que cabe destacar a Maisa Abd Elhadi, que encarna a Mariam, novia de Salam, una actriz de profunda fotogenia y buenas dotes actorales, y al sólido y veterano Nadim Sawalha, en la película Bassam, tío de Salam.
            Película bondadosa, optimista y muy recomendable.   

Todo pasa en Tel Aviv (Tel Aviv on Fire). Luxemburgo, 2018. En la producción intervinieron empresas de varios países. Dirigida por Sameh Zoabi.

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