Picasso por TVBOY. Técnica mixta
Hijo
de pintor y habitante de puertos de mar durante su feliz infancia —Málaga, La
Coruña, Barcelona, muchas mujeres y él, único niño—, Pablo se acostumbró pronto
a ser el rey. Allá donde iba intentaba imponer su visión de las cosas. Vivió en
Horta. Llevaba la deconstrucción de los objetos en su mente desde mucho antes
de ser consciente de ello. Pintó burdeles catalanes que algunos piensan
franceses. No quería saber nada de Málaga, decía, pero aquella ciudad industriosa
e innovadora de su infancia, población de fuertes contrastes, luminosa y llena
de humeantes chimeneas a un tiempo, inoculó en su sensibilidad la inevitable
modernidad del siglo XX, la ruptura, el grito. Pablo fue siempre ese niño
mimado y egoísta, fuerte, de mirada única.
Unos bárbaros —los bárbaros del
presente viven entre nosotros (desprecian todo lo que no ven en
una pantalla)— se han dedicado a despegar la imagen que TVBOY creó de Pablo. Ya
le falta todo el hombro derecho. Otras imágenes de la serie, las de Pepa Flores
y Antonio Banderas, también han sido agredidas.
Los murales peligran.
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