Foto: LA NACIÓN
Especialista
en relato breve, Kjell Askildsen (Noruega, 1929) —opino sobre el libro que he
leído, que recoge cuentos escritos entre 1998 y 2004— escribe de forma muy austera
en las descripciones y aún en los hechos: lo que ocurre es muy poco y está
contando con muy pocas palabras. Lo más peculiar de estos cuentos es una mirada de la vida desencantada, sombría, tocada por un punto existencialista. Sus
personajes se mueven en una especie de realidad sólida, muy densa, como sumergidos
en piscinas de mercurio de la que no pudiesen salir. Los puntos de vista varían
entre la tercera y la primera, como es habitual, y también figura alguno en
segunda, más inusual. Los protagonistas narradores a menudo son hombres que
viven la sexualidad real o imaginariamente, con tendencia a comportamientos
ajenos a una moral estrecha. No hay nada explícito, tampoco en los encuentros
sexuales, que pueden pasar con un simple «y se acostaron». Aparecen la familia
y los amigos, pero siempre vistos desde un lugar donde solo cabe el escritor.
Da la impresión de que Askildsen defiende su sitio frente a otras personas, las
que sean, lo que da lugar a una visión muy fría de la existencia y las
relaciones humanas. Ha creado una escritura y un mundo distintos, muy
personales. A pesar de todo, destacaría El otro sueño, de aire cortazariano, y El neceser y La excursión de Martin Hansen, los dos cercanos a Camus. Son influencias que le honran.
Kjell Askildsen, El precio de la amistad, Madrid, Nórdica, 2020. Traducción de
Kirsti Baggerthun y Asunción Lorenzo. Epílogo de Julián Rodríguez.
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